Sigiriya y la Roca del León
En Sigiriya pasamos tres noches porque fue nuestra base de operaciones para visitar también el cercano Parque Nacional de Minneriya y las ruinas de Polonnaruwa. Si solo quieres ver Sigiriya, puede ser suficiente con un día, pero si pretendes visitar otros lugares cercanos como los mencionados anteriormente, vale la pena establecerse unos días aquí en lugar de ir cambiando de hotel porque Sigiriya tiene un encanto muy especial.
El pueblo está desperdigado en medio de la selva y es fácil ver monos saltando por los árboles o cruzando la carretera mientras das un paseo. Los niños incluso pueden montar en elefante. Además, cuenta con una buena oferta de bares y restaurantes para cenar o tomar algo, la mayoría simples cabañas de madera con agradables terracitas para disfrutar de una cerveza Lion. Nos alojamos en el hotel Sigiriya Rock Hide, muy recomendable. La habitación cuádruple nos costó 63 euros, con desayuno incluido. Tiene piscina y está bien situado.
Respecto a las atracciones turísticas, dos son fundamentalmente los sitios que hay que ver en Sigiriya: la Roca del León (Lion Rock) y la Roca de Pidurangala. La primera es, por supuesto, la más importante y el mejor momento para visitarla es al amanecer, cuando el sol todavía no calienta demasiado y sus rayos dibujan espectaculares colores rojizos sobre la interminable selva que se pierde en el horizonte. La taquilla abre a las 5 de la mañana y nosotros nos levantamos a esa hora para llegar sobre las 5.30 h, cuando todavía no había demasiados turistas.
El precio de la entrada para los extranjeros es desmesurado, pero vale la pena rascarse el bolsillo porque es un sitio espectacular. La entrada de adultos cuesta 35 dólares y 20$ la de los niños, así que la broma nos salió por 110 dólares, que se pueden pagar con tarjeta.
La Roca del León es un enorme monolito de roca de 200 metros de altura que emerge como una isla en mitad de un océano de selva. En la cima se pueden ver las ruinas de un antiguo palacio del siglo V, construido por el rey Kashyapa I, que eligió Sigiriya como capital de su reino y vio en esta roca un excelente bastión defensivo. La Lion Rock fue en su época una fortaleza inexpugnable y todavía no se sabe con exactitud cómo se pudo construir un palacio allí arriba hace más de 1.500 años. Además de las ruinas del palacio, en la parte baja de la roca también se pueden ver diferentes ruinas y restos de los jardines reales con estanques que adornaban todo el conjunto, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Se puede subir a la Lion Rock en media hora, pero todo depende del tiempo que quieras dedicarle a contemplar el paisaje. Aunque hay que subir más de 1.000 escaleras y algún tramo puede dar algo de vértigo, la subida no es complicada y es apta para los niños. El primer tramo es muy sencillo hasta llegar a las garras del león, que es la puerta de acceso propiamente dicha a la roca. Estas garras talladas en la piedra datan también del siglo V y son uno de los puntos más emblemáticos de la subida. No en vano estamos hablando de la Roca del León.
A partir de aquí, el ascenso es mucho más empinado y hay que trepar por unas escaleras metálicas que han clavado en la roca para que los turistas puedan subir. Las vistas son espectaculares durante este tramo de subida y es posible encontrarse con algún mono por las escaleras. Al llegar arriba, con el sol todavía bajo, el paisaje es abrumador, con kilómetros y kilómetros de selva extendiéndose hasta el infinito.
Al bajar se desciende por un itinerario distinto que te lleva a otra parte de la roca, donde subes nuevamente por unas escaleras para ver los famosos frescos de las doncellas, pintados hace 1.500 años en las paredes de una cueva excavada en la roca. Estos murales fueron creados con pigmentos naturales y todavía conservan el color original, por lo que son un auténtico tesoro artístico. Representan a mujeres celestiales (apsaras) en diferentes posturas y están prohibidas las fotografías.
Después de ver estos frescos, las escaleras ya descienden hasta abajo y se puede aprovechar para visitar las ruinas que están desperdigadas por la parte baja de la roca.
Como curiosidad, hay que decir que en la Roca del León hay montones de avispas y durante la subida se pueden ver carteles advirtiendo del peligro y que recomiendan guardar silencio porque el ruido o los gritos pueden alterar a estos insectos y provocar que empiecen a atacar a los turistas. De hecho, al subir se pueden ver grandes colmenas colgadas en grietas de la roca. Es más, en algunos puntos de la subida, como en las garras del león, han construido pequeños refugios para que la gente se meta dentro en caso de un ataque de avispas. Nosotros no tuvimos ningún percance e imagino que no serán habituales, pero sí que veréis avispas revoloteando mientras subís las escaleras y dicen que suele haber más cuando el calor es más intenso, en las horas centrales del día.
La otra gran atracción de Sigiriya es la Roca de Pidurangala, desde cuya cima se obtienen las mejores vistas de la Roca del León. Se puede subir a las dos en un solo día, preferiblemente la primera al amanecer y la segunda al atardecer, pero hay que tener muy en cuenta la afluencia de gente, sobre todo si vais en agosto o en temporada alta. Nosotros, que fuimos en agosto, intentamos subir a Pidurangala el primer día que llegamos a Sigiriya, al atardecer, y al acercarnos al último tramo tuvimos que darnos la vuelta porque había un impresionante atasco de gente para poder llegar a la cima. Y es que en ese último tramo hay que escalar un poco por un paso estrecho y los turistas tenemos que ir pasando prácticamente de uno en uno, por lo que si hay mucha gente se montan importantes congestiones.
Como no queríamos esperar una hora para subir y tampoco queríamos que se nos hiciera de noche, decidimos bajar y volver a intentarlo al día siguiente. La entrada cuesta 3.000 rupias por persona (8,5 euros) ya que para subir a Pidurangala hay que atravesar un pequeño templo que cobra ese precio. Como tampoco queríamos volver a pagar, hablamos con el chico de la taquilla para explicarle que nos habíamos encontrado con ese atasco en la cima y no puso ningún problema para guardarnos la entrada para el día siguiente. En lugar de volver al atardecer, fuimos a media mañana y esta vez no tuvimos ningún problema para llegar a la cima. Es más, prácticamente no había turistas.
La subida a Pidurangala es sencilla y se puede hacer en una media hora. Solo el último tramo puede ser un poco más complicado porque hay que escalar un pelín, pero nada del otro mundo. Con un poco de cuidado, los niños también pueden subir perfectamente. Una vez arriba, las vistas de 360 grados son también espectaculares y, además, tienen el aliciente de contemplar la Roca del León enfrente en todo su esplendor.
La Roca de Pidurangala está a unos 4 kilómetros del centro de Sigiriya y se puede ir en tuk tuk por menos de dos euros, o también se puede ir caminando.

































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