Frontera de Corea del Norte





Acercarse a la frontera de Corea del Norte es una visita ineludible en cualquier viaje por Corea del Sur porque permite palpar de cerca la calma tensa que se respira entre los dos estados vecinos. Técnicamente, todavía siguen en guerra porque nunca llegaron a firmar un tratado de paz después del conflicto bélico que los enfrentó entre 1950 y 1953.

De hecho, la llamada Zona Desmilitarizada (DMZ) que separa las dos Coreas en torno al paralelo 38 está considerada como una de las zonas más militarizadas del mundo. Es una franja de tierra de nadie de 4 km de ancho y 238 km de largo, que separa los dos países y que está delimitada a ambos lados por campos de minas, alambradas y miles de militares con sus fusiles bien cargados. La única forma de visitar la DMZ es apuntándose a un tour organizado.

Los mejores tours son los de la USO, una organización estadounidense de apoyo a sus militares, que los organiza a través de la agencia coreana Koridoor Tours. Su oficina está en el centro de Seúl, cerca del War Memorial Museum. Hay que reservar las excursiones con antelación, ya sea en persona o a través de su página web, porque las plazas son limitadas.

Nosotros reservamos por internet la excursión del día completo, la más recomendable porque te lleva a todos los puntos de interés: Estación de Dorasan, Área de Seguridad Compartida (JSA), Tercer Túnel de Infiltración y observatorio de Dora. La excursión nos costó 80 dólares por persona. En la web de Koridoor Tours se detalla el código de vestimenta requerido, que prohíbe los pantalones rotos o las camisetas de tirantes.

La excursión empezó a las siete de la mañana en la oficina de la USO. A esa hora salimos en un autobús repleto de turistas, casi todos estadounidenses, hacia la frontera de Corea del Norte, que se encuentra a solo 60 kilómetros del centro de Seúl.

La primera parada fue en la estación de trenes de Dorasan, un moderno edificio inaugurado en 2007 con el objetivo de convertirse en una estación internacional en medio de una línea que pretendía comunicar Seúl con Pyongyang por ferrocarril. El proyecto fue más un deseo que una realidad porque nunca llegó a completarse.

Tan solo entró en funcionamiento una línea de tren que comunicó Seúl con la ciudad industrial de Kaesong, en Corea del Norte, que está situada muy cerca de la frontera. Y ese proyecto solo fue realidad durante un año porque a finales de 2008 Kim Jong-iI, entonces líder norcoreano, decidió que esa línea era un nido de espías capitalistas y cerró el tráfico ferroviario.

En la actualidad, la estación de Dorasan languidece en medio de la nada esperando que algún día se vuelva a abrir la frontera de Corea del Norte. De momento, solo hay un par de trenes al día que comunican la estación de Dorasan con Seúl, una línea poco utilizada y que solo aprovechan algunos militares o personal que trabaja en la DMZ.

La estación, eso sí, recibe a diario visitas de grupos de turistas que deambulan por sus amplios y vacíos pasillos. Para acceder a las vías del tren hay que sacar un billete simbólico en las taquillas, que cuesta 500 wons (medio dólar). Algunos grupos de turistas llegan directamente en tren desde Seúl solo para visitar la estación.



El moderno edificio de la estación de Dorasan.



Interior de la estación de Dorasan, completamente vacía.



Solo hay trenes hacia Seúl en el panel informativo.



Los andenes de la estación de Dorasan.



Distancias a Seúl y Pyongyang desde Dorasan.



Las vías del tren se pierden en dirección a Corea del Norte.



Un militar surcoreano pasea por los andenes de Dorasan.


Tras visitar la estación fantasma de Dorasan fuimos a la base militar estadounidense de Camp Bonifas, donde un oficial del ejército americano nos ofreció una interesante charla sobre la historia de la Zona Desmilitarizada y los incidentes que se han producido entre las dos Coreas a lo largo de las últimas décadas. Los marines encabezan, junto al ejército surcoreano, la misión internacional de Naciones Unidas encargada de controlar la frontera al sur del paralelo 38.

Después de la charla y de explicarnos unas estrictas normas de seguridad a seguir, cambiamos de autobús para entrar en el Área de Seguridad Compartida, en inglés Joint Security Area (JSA), acompañados siempre de un militar americano, que nos hizo de guía turístico.

El Área de Seguridad Compartida (JSA) es, sin duda, el plato estrella del tour y el lugar más tenso de la frontera entre las dos Coreas. Es el único punto de la Zona Desmilitarizada donde los militares norcoreanos y surcoreanos se ven las caras y el único sitio donde los turistas pueden ver a soldados del norte de carne y hueso.

En la JSA es donde se encuentran las famosas salas de reuniones de Naciones Unidas donde de vez en cuando mantienen encuentros los gobiernos de Corea del Norte y del Sur. Hace años, en el interior de estas salas de reuniones había un militar norcoreano y otro surcoreano mirándose fijamente durante las 24 horas del día desde cada uno de los extremos de la sala.

Actualmente, sin embargo, el gobierno de Corea del Norte ha decidido retirar a su militar, cansado de que los grupos de turistas occidentales que visitan la sala lo fotografiaran continuamente como si fuera un mono de feria. Ahora solo es posible ver al militar surcoreano, que permanece rígido cual muñeco de cera y con unas oscuras gafas de sol para que su mirada no filtre ninguna expresión. La sala, eso sí, sigue repleta de micrófonos que graban toda conversación día y noche.

Pero aunque ya no se pueda ver al militar norcoreano dentro de la sala de reuniones, sí es posible ver algún uniforme de los vecinos del norte en el exterior. El Área de Seguridad Compartida está dividida por la mitad y técnicamente cada parte pertenece a uno de los dos estados. En el lado sur, los militares surcoreanos siguen mirando fijamente hacia el norte de forma permanente, mientras que los soldados norcoreanos suelen esconderse más, sobre todo cuando llegan visitas de turistas occidentales. Aun así, siempre es posible divisar alguno. Tanto en el lado sur como el norte hay cientos de cámaras grabando cualquier rincón de la JSA de forma ininterrumpida.

La JSA se encuentra en el emplazamiento donde originalmente estaba el pueblo de Panmunjom, que tuvo la mala suerte de quedar justo encima de la línea que dividió las dos Coreas tras el armisticio de 1953. De hecho, fue en este pueblo donde se firmó el tratado entre Corea del Norte y Estados Unidos, que puso fin a la Guerra de Corea. Corea del Sur, que se opuso a la partición del país, se negó a firmarlo y por eso continúa técnicamente en guerra con su vecino del norte.



Llegando al centro de visitantes en la base militar de Camp Bonifas.



Área de Seguridad Compartida (JSA). El edificio del fondo pertenece a Corea del Norte.



Salas de reuniones de Naciones Unidas, de color azul.



Militar norcoreano, captado con mucho zoom, en la entrada del edificio propiedad de Corea del Norte.



Militares americanos y surcoreanos observando a sus colegas del norte.



Interior de una sala de reuniones de Naciones Unidas.



Pétreo soldado surcoreano en el interior de la sala de reuniones.



Turistas haciendo fotos en la sala de reuniones.



Otro soldado surcoreano controlando la sala de reuniones.



Turistas haciéndose fotos con el imperturbable militar surcoreano.



Soldado surcoreano mirando fijamente hacia el norte, en el exterior de la sala de reuniones.


Tras visitar las salas de reuniones y sin salir del Área de Seguridad Compartida fuimos hasta un cercano mirador desde donde se divisa el pueblo norcoreano de Gijeong-dong, que los norcoreanos han rebautizado como Peace Village (Pueblo de la Paz) y los surcoreanos llaman Propaganda Village (Pueblo de la Propaganda).

A solo un par de kilómetros de Gijeong-dong se encuentra el pueblo surcoreano de Daesong-dong, también llamado Freedom Village (Pueblo de la Libertad), y que viene a ser su hermano gemelo. Estas dos pequeñas aldeas son los únicos núcleos habitados dentro de la Zona Desmilitarizada (DMZ).

Propaganda Village, el pueblo norcoreano, es una aldea fantasma de cartón piedra en la que, según nos explicó el militar americano, realmente no vive nadie y solo se utiliza con fines propagandísticos. El ejemplo que suele poner el guía es que por las noches, las bombillas de algunos edificios parpadean de forma idéntica en todos los pisos, lo que demostraría que solo está construida la fachada y que el interior del edificio está hueco. El pueblo sí luce en todo su esplendor un gigantesco mástil de 160 metros de altura con una enorme bandera de Corea del Norte ondeando al viento.

El mástil original era más pequeño, pero como el vecino pueblo surcoreano de Freedom Village levantó un mástil más alto para ondear una bandera de Corea del Sur (medía 100 metros), el gobierno norcoreano decidió contraatacar elevando el suyo hasta los 160 metros actuales en una cómica carrera por ver quién la tiene más larga.

El pueblo surcoreano de Freedom Village no se puede visitar y tampoco se le pueden hacer fotos, pero es muy similar a su vecino del norte, aunque con el mástil algo más pequeño. En esta aldea residen 200 personas gracias a las subvenciones del gobierno surcoreano. Viven en modernas casas bien equipadas y rodeadas de fértiles campos de arroz. No hay que olvidar que Corea del Sur también lo utiliza como propaganda para mostrar las bondades del sistema capitalista a sus amigos del norte.

La última visita dentro del Área de Seguridad Compartida fue al Puente Sin Retorno, en inglés Bridge of No Return, que cruza la línea imaginaria que delimita las zonas bajo control norcoreano y surcoreano. Este pequeño puente se utilizó para realizar el intercambio de prisioneros al finalizar la Guerra de Corea. La última vez que se utilizó fue en 1968 cuando Corea del Norte liberó a 82 estadounidenses acusados de espionaje. Como indica su nombre, una vez cruzado el puente no se puede volver atrás.



El pueblo norcoreano de Propaganda Village, con la gigantesca bandera de Corea del Norte ondeando al viento.



Soldado americano explicándonos la historia de Propaganda Village y Freedom Village, los dos únicos pueblos de la Zona Desmilitarizada.



Puente Sin Retorno.


Completado el recorrido por la JSA, ya en nuestro autobús original y con nuestra guía coreana, fuimos a comer a un restaurante cercano a la Zona Desmilitarizada. La comida no está incluida en el precio de la excursión, pero el sitio no es caro y los menús cuestan entre 7.000 y 10.000 wons (7-10 dólares).

Después de comer continuamos con el tour y fuimos a visitar el observatorio de Dora. Se trata de un mirador situado en lo alto de una colina desde donde se puede ver la ciudad norcoreana de Kaesong. Hay binoculares que funcionan con monedas para ver con más detalle la ciudad.



Observatorio de Dora, en lo alto de una colina.



Binoculares para observar Corea del Norte, con un panel informativo con los lugares de interés.



Vistas desde el observatorio de Dora.



Con los binoculares o un buen zoom se puede divisar la ciudad norcoreana de Kaesong.


Cerca del observatorio de Dora se encuentra el llamado Tercer Túnel de Infiltración, la última escala de la excursión. Es uno de los cuatro túneles descubiertos por Corea del Sur, que fueron construidos por Corea del Norte bajo la Zona Desmilitarizada como parte de un maquiavélico plan de invasión. Estos túneles se dirigían directamente hacia Seúl para que el ejército norcoreano pudiera tomar por sorpresa la capital surcoreana en caso de necesidad.

El único de estos túneles que se puede visitar es el tercero, que ha sido acondicionado para recibir a los grupos de turistas. Fue construido a 73 metros de profundidad y el tramo al que se puede acceder, con casco para evitar golpes en la cabeza, mide 265 metros de largo. Al final del recorrido hay varias paredes de hormigón, que se construyeron para sellar el túnel e inutilizarlo. Este tercer túnel de infiltración fue descubierto en 1978, cuando ya se habían hallado los dos primeros (1974 y 1975). En 1990 se descubrió un cuarto túnel y se cree que podría existir alguno más.

Las cámaras están prohibidas dentro del túnel y hay que dejarlas en una consigna. Frente a la entrada del túnel hay un pequeño museo sobre la historia de la Zona Desmilitarizada (DMZ). Tras visitar el túnel y el museo regresamos a Seúl, donde llegamos sobre las cuatro de la tarde.



Museo de la Zona Desmilitarizada (DMZ), junto al Tercer Túnel de Infiltración.



Monumento a la reunificación, junto al Museo de la DMZ.



Entrada al Tercer Túnel de Infiltración. Las fotos están prohibidas en su interior.



Muñequitos de soldados norcoreano y surcoreano, el souvenir más popular en la DMZ.

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