Parque Nacional de La Mauricie

Después de visitar el Parque Omega continuamos nuestra ruta hacia el parque nacional de La Mauricie, nuestro siguiente destino. Teníamos casi 300 kilómetros por delante por las lentas autopistas canadienses, con velocidad limitada a 100 km/h, así que llegamos cuando ya estaba anocheciendo.

Decidimos dormir en la ciudad de Shawinigan, que está muy cerca de los accesos al parque, y pasamos dos noches, ya que el día siguiente lo dedicamos por completo a visitar La Mauricie.

Nos alojamos en el Auberge La Rocaille, un motel básico situado cerca de la autopista, el típico americano en el que aparcas el coche delante de tu habitación. Es muy económico porque nos costó solo 103 euros las dos noches con desayuno incluido. Además, la habitación tenía nevera y microondas. Muy cerca del motel hay un supermercado.

Una calle de Shawinigan.

La Mauricie es uno de los parques nacionales más visitados de la costa este de Canadá debido a su fácil acceso desde las principales ciudades. Su paisaje está formado por interminables bosques de coníferas, principalmente pinos y abetos, y árboles de hoja caduca, como abedules o arces (la hoja de este último aparece en la bandera canadiense). Esa amplia variedad de árboles hace que la gama cromática de los bosques sea espectacular, sobre todo en otoño y primavera.

El parque está, además, salpicado por más de 150 lagos, que aportan su toque bucólico al paisaje. En cuanto a fauna, aquí habitan osos negros, alces, nutrias y muchos otros animales, pero es complicado verlos si no te adentras mucho en el bosque.

Lo que no hay en La Mauricie son grandes montañas, como le ocurre a casi todos los parques nacionales del este de Canadá, porque el terreno es muy llano. Para que os hagáis una idea, el pico más alto de Ontario no llega a los 700 metros y la altitud media de la provincia de Quebec ronda los 200 metros.

La Mauricie es un lugar ideal para practicar senderismo o kayak porque las posibilidades son infinitas.

Parque Nacional de La Mauricie.

Lagos y bosques forman el paisaje del parque.

En algunos lagos hay pequeñas playas para darse un chapuzón, en agua helada por supuesto.

Un bello rincón de La Mauricie.

Practicando kayak.

El parque nacional tiene dos entradas principales por carretera, la de Saint-Mathieu y la de Saint-Jean-des-Piles, ambas a unos 30 kilómetros de Shawinigan. Lo habitual es entrar por uno de estos accesos y salir por el otro completando la sinuosa carretera de unos 60 kilómetros que atraviesa el parque.

Durante el recorrido se puede ir parando en los diferentes miradores y puntos de interés marcados en el mapa que te dan en el centro de visitantes (hay uno en cada entrada) y por el que hay que pasar para pagar la correspondiente entrada (8 dólares por persona).

En el mapa vienen marcados también muchos puntos para hacer trekking, con rutas pequeñas de 1 o 2 kilómetros adecuadas para niños y también grandes travesías de varios días para pernoctar en el parque.

Vistas desde un mirador.

Paseando por el bosque.

Un pequeño embarcadero junto al lago.

Durante el verano de 2019, la carretera que atraviesa el parque estuvo cortada por obras en su tramo central, así que no era posible completarla entrando por un acceso y saliendo por el otro como era nuestra intención. Eso nos obligó a salir del parque y volver a entrar para ir de una puerta a otra. La entrada lo permite, pero haces más kilómetros y se pierde más tiempo.

Entramos primero por el acceso de Saint Mathieu y paramos en el área de pícnic de Shewenegan, muy cerca de la entrada. Es uno de los mejores sitios de La Mauricie porque desde aquí se puede hacer una pequeña caminata de poco más de 1 kilómetro hasta unas preciosas cascadas, uno de los lugares más pintorescos de todo el parque. Se puede llegar fácilmente con niños y es un buen sitio para comer, relajarse o, incluso, darse un chapuzón si hace calor.

Puente de madera.

Ruta hacia las cascadas de Shewenegan.

Las cascadas de Shewenegan.

El agua cae con fuerza en medio del bosque.

Tomando el sol junto al río

Comer al lado del río es una buena idea.

Vista de las cascadas de Shewenegan, una de las zonas más bonitas de La Mauricie.

Por la tarde fuimos a la zona de Saint-Jean-des-Piles y paramos en varios puntos para caminar junto a bucólicos lagos rodeados de bosque. No obstante, la zona que más nos gustó del parque fue la de Shewenegan.

Para visitar La Mauricie os recomendamos llevar comida y agua para hacer pícnic al aire libre. También bañador por si hace calor y, sobre todo, un buen repelente de mosquitos porque con tanto lago son una auténtica plaga.

La carretera que atraviesa el parque nacional.

Un lago.

Y más lagos, hay más de 150 en La Mauricie.

Merendero con vistas.

Conduciendo por La Mauricie.

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