Singapur
La ciudad-estado de Singapur es el país más pequeño del sudeste asiático y también el más desarrollado de su entorno, algo que notaremos enseguida al comparar sus precios con los de los países vecinos: aquí son similares a los europeos y, en determinados productos, incluso más elevados.
Independizado del Reino Unido en 1963 y de Malasia en 1965, Singapur basa su economía en el sector financiero, el comercio internacional y el refinamiento de petróleo, tres pilares que le permiten presumir de una de las rentas per cápita más altas del mundo.
El país tiene 5 millones de habitantes y se encuentra en una isla situada en el extremo sur de la península de Malaca. Está conectado con el resto del continente asiático a través de un puente y de una carretera construida en un dique sobre el mar, sus dos únicas fronteras terrestres con Malasia. El territorio de Singapur se compone, además, de varias decenas de pequeños islotes e islas artificiales.
El aeropuerto internacional Changi, un importante centro de conexiones para la región Asia-Pacífico, es la gran puerta de entrada a Singapur. Muchos vuelos a destinos asiáticos o de Oceanía hacen escala en sus terminales y la mayoría de turistas la aprovechamos para visitar la ciudad. Vale la pena quedarse un par de noches para disfrutar, al menos, de un día completo en ella.
El metro comunica el aeropuerto con el centro urbano en algo menos de una hora por solo 2,5 dólares de Singapur (1,5 euros). El sistema de metro es muy útil para desplazarse por la ciudad. El precio de los billetes varía en función del número de estaciones que se quieran recorrer, pero más o menos es de 1,5 dólares para trayectos céntricos (menos de 1 euro). El único inconveniente son las máquinas expendedoras de billetes, escasas como el agua en el desierto. Suele haber una, o como mucho dos, por estación y hay que armarse de paciencia para hacer cola. El sistema funciona mediante tarjetas recargables, que te devuelven algunos céntimos al completar más de tres viajes.
La bahía de Singapur, conocida como Marina Bay, es el escaparate al mundo de este diminuto país y uno de sus principales atractivos. Su gran icono es el edificio Marina Bay Sands, construido en 2010 por el magnate estadounidense Sheldon Adelson (el del frustrado Eurovegas). Está formado por tres rascacielos unidos por una enorme plataforma con forma de barco en la azotea. El edificio alberga un lujoso hotel famoso por la piscina panorámica de la terraza, que ofrece fabulosas vistas de la ciudad mientras uno está en remojo. Siempre, claro, que se esté dispuesto a pagar más de 600 euros por noche.
Aunque la piscina es de uso exclusivo para los clientes del hotel, sí que hay una parte de la terraza abierta al resto de los mortales a la que se puede subir para disfrutar de las vistas de la ciudad. Las panorámicas de los rascacielos del distrito financiero son inmejorables. Subir a la terraza-mirador cuesta 23 dólares de Singapur (14 euros).
El complejo Marina Bay Sands se compone, además, de otros edificios secundarios, que albergan centros comerciales, teatros, museos, centros de convenciones y, por supuesto, un lujoso casino, la especialidad de Adelson. Detrás del complejo se extiende el parque Gardens by the Bay, con curiosos jardines verticales e invernaderos.
Al otro lado de la bahía se levanta el distrito financiero, un bosque de rascacielos en permanente crecimiento, que poco a poco ha ido definiendo el skyline de la ciudad. Otros lugares emblemáticos de la bahía de Singapur son la Singapore Flyer, la noria mirador más alta del mundo (165 metros); y la fuente Merlion, un león que escupe agua y que fascina a los turistas orientales.
Cerca del distrito financiero, y siguiendo el curso del río, se atravesarán los llamados 'Quays', que son tramos del paseo fluvial en los que todavía se conserva parte de la antigua arquitectura colonial. Están repletos de bares y restaurantes muy animados por las noches, pero a precios desorbitados.
Partiendo desde la bahía, el primero que nos encontramos es el Boat Quay, con muchos restaurantes turísticos en los que sirven el famoso 'chili crab' (cangrejo al chile), plato estrella de la gastronomía del país. Muchos restaurantes muestran en la entrada los cangrejos vivos en grandes peceras.
Más adelante llegaremos al Clarke Quay, una de las zonas de ocio más pijas de la ciudad. Aquí también hay restaurantes de chili crab, pero se llevan más los restaurantes internacionales y los bares de copas. Los precios son aún más altos que en el anterior y las cervezas se venden a precios irrisoriamente altos: unos 6-7 euros durante la happy-hour. En horario normal, unos 10 euros.
El más alejado de la bahía es el Robertson Quay, en el que se pueden observar antiguos almacenes de mercancías y otros edificios industriales transformados en bares de moda.
Otros lugares destacados son los barrios chino, indio y árabe, prueba fehaciente de la multiculturalidad del país. Singapur tiene cuatro idiomas oficiales (inglés, malayo, chino y tamil) y un amplio abanico de religiones, siendo la budista la más practicada. Aunque en la bandera nacional aparezca la media luna, el país no tiene ninguna religión oficial y el islam solo es practicado por un 15% de la población, principalmente la originaria de Malasia, donde el islam sí es religión oficial.
El Chinatown de Singapur es una zona muy concurrida de la ciudad, sobre todo por las noches, con mercadillos callejeros y numerosos restaurantes para cenar a precios mucho más razonables que en los elitistas Quays. Las calles del barrio esconden dos templos importantes. El primero es el Buddha Tooth Relic Temple, o Templo de la Reliquia del Diente de Buda, que, como bien dice su nombre, conserva un supuesto diente del sabio fundador del budismo. La reliquia se guarda a buen recaudo en el interior de una estupa de oro. El segundo templo es el Sri Mariamman, el templo hindú más antiguo de Singapur, que data de 1823.
El barrio indio, llamado Little India, también esconde numerosos templos hindús. Entre ellos destaca el llamativo Sri Veeramakaliamman, situado en la avenida principal del barrio, Serangoon Road. Al mediodía cierra sus puertas, así que conviene visitarlo por la mañana o a última hora de la tarde. Las calles de este pequeño distrito, transitadas por mujeres indias ataviadas con sus coloridos saris, están llenas de tiendas y comercios en los que se vende prácticamente de todo: desde frutas y verduras a películas pirateadas, pasando por ropa, electrónica o la omnipresente música de Bollywood.
La trilogía de barrios étnicos se completa con el árabe, conocido como Kampong Glam. Es más pequeño que los anteriores, pero muy pintoresco y conserva numerosos ejemplos de arquitectura colonial bien restaurada. Está dominado por la gran Mezquita del Sultán (Sultan Mosque), que luce una enorme cúpula dorada visible desde casi cualquier punto del barrio. La entrada principal de la mezquita se abre a una agradable calle peatonal repleta de cafés y restaurantes árabes. El barrio es un buen sitio para probar la gastronomía árabe o turca, o para disfrutar de un té a la menta en alguna de sus teterías.
Fuera del centro se encuentra la isla de Sentosa, una especie de paraíso de la diversión para los singapurenses porque está repleta de atracciones, como los estudios Universal, un parque acuático, parque de atracciones, acuario, cines, etc. Aquí están también las playas de Singapur, que, para ser urbanas y estar al lado de uno de los puertos más transitados del mundo, no están mal del todo.
Para llegar a la isla de Sentosa hay que ir en metro hasta la parada de Harbour Front. Allí tienes dos opciones, coger un caro teleférico (18 euros) o el Sentosa Expres, un monorraíl que cuesta menos de 3 euros.
El alojamiento en el centro de Singapur es caro. Las habitaciones dobles con baño privado suelen costar a partir de 60-70 euros la noche en los hoteles más económicos y la mayoría son bastante básicas. En Chinatown es donde suele haber más hoteles baratos y es una buena zona para alojarse. Nosotros nos quedamos aquí, en el Porcelain Hotel. La doble nos costó 60 euros sin desayuno. Las habitaciones están limpias y reformadas, aunque son enanas en el sentido más estricto de la palabra. La zona de Bugis, bien comunicada con el aeropuerto y cerca del barrio árabe, también es una buena opción para alojarse.
Independizado del Reino Unido en 1963 y de Malasia en 1965, Singapur basa su economía en el sector financiero, el comercio internacional y el refinamiento de petróleo, tres pilares que le permiten presumir de una de las rentas per cápita más altas del mundo.
El país tiene 5 millones de habitantes y se encuentra en una isla situada en el extremo sur de la península de Malaca. Está conectado con el resto del continente asiático a través de un puente y de una carretera construida en un dique sobre el mar, sus dos únicas fronteras terrestres con Malasia. El territorio de Singapur se compone, además, de varias decenas de pequeños islotes e islas artificiales.
Billete de dos dólares de Singapur
El aeropuerto internacional Changi, un importante centro de conexiones para la región Asia-Pacífico, es la gran puerta de entrada a Singapur. Muchos vuelos a destinos asiáticos o de Oceanía hacen escala en sus terminales y la mayoría de turistas la aprovechamos para visitar la ciudad. Vale la pena quedarse un par de noches para disfrutar, al menos, de un día completo en ella.
El metro comunica el aeropuerto con el centro urbano en algo menos de una hora por solo 2,5 dólares de Singapur (1,5 euros). El sistema de metro es muy útil para desplazarse por la ciudad. El precio de los billetes varía en función del número de estaciones que se quieran recorrer, pero más o menos es de 1,5 dólares para trayectos céntricos (menos de 1 euro). El único inconveniente son las máquinas expendedoras de billetes, escasas como el agua en el desierto. Suele haber una, o como mucho dos, por estación y hay que armarse de paciencia para hacer cola. El sistema funciona mediante tarjetas recargables, que te devuelven algunos céntimos al completar más de tres viajes.
Tarjeta recargable del metro
La bahía de Singapur, conocida como Marina Bay, es el escaparate al mundo de este diminuto país y uno de sus principales atractivos. Su gran icono es el edificio Marina Bay Sands, construido en 2010 por el magnate estadounidense Sheldon Adelson (el del frustrado Eurovegas). Está formado por tres rascacielos unidos por una enorme plataforma con forma de barco en la azotea. El edificio alberga un lujoso hotel famoso por la piscina panorámica de la terraza, que ofrece fabulosas vistas de la ciudad mientras uno está en remojo. Siempre, claro, que se esté dispuesto a pagar más de 600 euros por noche.
El rascacielos Marina Bay Sands
Detalle de la azotea del Marina Bay Sands
La famosa piscina panorámica del Marina Bay Sands
Barcas en el centro comercial del complejo Marina Bay Sands
El Marina Bay Sands, iluminado por la noche
Aunque la piscina es de uso exclusivo para los clientes del hotel, sí que hay una parte de la terraza abierta al resto de los mortales a la que se puede subir para disfrutar de las vistas de la ciudad. Las panorámicas de los rascacielos del distrito financiero son inmejorables. Subir a la terraza-mirador cuesta 23 dólares de Singapur (14 euros).
El complejo Marina Bay Sands se compone, además, de otros edificios secundarios, que albergan centros comerciales, teatros, museos, centros de convenciones y, por supuesto, un lujoso casino, la especialidad de Adelson. Detrás del complejo se extiende el parque Gardens by the Bay, con curiosos jardines verticales e invernaderos.
Panorámica del distrito financiero desde la terraza del Marina Bay Sands
La gran noria Singapore Flyer junto a un tramo del circuito urbano de Fórmula 1
Un campo de fútbol rodeado de agua
Desde el Marina Bay Sands se ve el parque Gardens by the Bay y la costa de Singapur, siempre repleta de barcos
Detalle de los curiosos jardines verticales Gardens by the Bay
Paseando por el parque Gardens by the Bay
Aspecto futurista del parque Gardens by the Bay
Al otro lado de la bahía se levanta el distrito financiero, un bosque de rascacielos en permanente crecimiento, que poco a poco ha ido definiendo el skyline de la ciudad. Otros lugares emblemáticos de la bahía de Singapur son la Singapore Flyer, la noria mirador más alta del mundo (165 metros); y la fuente Merlion, un león que escupe agua y que fascina a los turistas orientales.
El skyline del distrito financiero de Singapur
Otra vista de los modernos edificios que rodean la bahía de Singapur
La fuente Merlion, símbolo del país
Turistas orientales inmortalizando la fuente Merlion
Preparativos para celebrar el día de la independencia (9 de agosto)
Arquitectura contemporánea de Singapur
Autobuses de dos pisos, como los de Londres, recorren las calles de la ciudad
Singapur está lleno de centros comerciales
Paseo fluvial de Singapur
En las calles de Singapur hay montones de estatuas, algunas de ellas sorprendentes
Cerca del distrito financiero, y siguiendo el curso del río, se atravesarán los llamados 'Quays', que son tramos del paseo fluvial en los que todavía se conserva parte de la antigua arquitectura colonial. Están repletos de bares y restaurantes muy animados por las noches, pero a precios desorbitados.
Partiendo desde la bahía, el primero que nos encontramos es el Boat Quay, con muchos restaurantes turísticos en los que sirven el famoso 'chili crab' (cangrejo al chile), plato estrella de la gastronomía del país. Muchos restaurantes muestran en la entrada los cangrejos vivos en grandes peceras.
Más adelante llegaremos al Clarke Quay, una de las zonas de ocio más pijas de la ciudad. Aquí también hay restaurantes de chili crab, pero se llevan más los restaurantes internacionales y los bares de copas. Los precios son aún más altos que en el anterior y las cervezas se venden a precios irrisoriamente altos: unos 6-7 euros durante la happy-hour. En horario normal, unos 10 euros.
El más alejado de la bahía es el Robertson Quay, en el que se pueden observar antiguos almacenes de mercancías y otros edificios industriales transformados en bares de moda.
Enormes rascacielos sobre el Boat Quay de Singapur
Las casitas bajas que resisten frente a los rascacielos forman el Boat Quay
Paseando por el Boat Quay
Por la mañana apenas hay gente en el Boat Quay, pero de noche es un hervidero
Cangrejos vivos a las puertas de un restaurante del Boat Quay
Singapurenses relajándose en el Clarke Quay
Panorámica del Clarke Quay
Modernos bares y restaurantes en el Clake Quay
Una terracita para tomar algo en el Clarke Quay
Por las noches, muchos restaurantes del Clarke Quay se transforman en pubs
Otros lugares destacados son los barrios chino, indio y árabe, prueba fehaciente de la multiculturalidad del país. Singapur tiene cuatro idiomas oficiales (inglés, malayo, chino y tamil) y un amplio abanico de religiones, siendo la budista la más practicada. Aunque en la bandera nacional aparezca la media luna, el país no tiene ninguna religión oficial y el islam solo es practicado por un 15% de la población, principalmente la originaria de Malasia, donde el islam sí es religión oficial.
El Chinatown de Singapur es una zona muy concurrida de la ciudad, sobre todo por las noches, con mercadillos callejeros y numerosos restaurantes para cenar a precios mucho más razonables que en los elitistas Quays. Las calles del barrio esconden dos templos importantes. El primero es el Buddha Tooth Relic Temple, o Templo de la Reliquia del Diente de Buda, que, como bien dice su nombre, conserva un supuesto diente del sabio fundador del budismo. La reliquia se guarda a buen recaudo en el interior de una estupa de oro. El segundo templo es el Sri Mariamman, el templo hindú más antiguo de Singapur, que data de 1823.
Calle del Chinatown de Singapur
Mercadillo callejero en el Chinatown
El apestoso Durian, una fruta prohibida en muchos lugares de Singapur por su desagradable olor
Calles del Chinatown
En Chinatown hay muchos bares y restaurantes.
Saliendo del metro en la estación de Chinatown
Terrazas de los restaurantes de Chinatown
Entrada al Buddha Tooth Relic Temple
Interior del Buddha Tooth Relic Temple
Restaurantes de Chinatown por la noche
El barrio indio, llamado Little India, también esconde numerosos templos hindús. Entre ellos destaca el llamativo Sri Veeramakaliamman, situado en la avenida principal del barrio, Serangoon Road. Al mediodía cierra sus puertas, así que conviene visitarlo por la mañana o a última hora de la tarde. Las calles de este pequeño distrito, transitadas por mujeres indias ataviadas con sus coloridos saris, están llenas de tiendas y comercios en los que se vende prácticamente de todo: desde frutas y verduras a películas pirateadas, pasando por ropa, electrónica o la omnipresente música de Bollywood.
Serangoon Road, la avenida principal de Little India
Mujeres indias vestidas con los tradicionales sari
Frutería en Little India
Una esquina de Little India
Coronas de flores a la venta en Little India
Comprando coronas de flores
Templo Sri Veeramakaliamman
La colorida puerta de entrada al templo Sri Veeramakaliamman
Detalle de los relieves de la puerta del Sri Veeramakaliamman
Colorido mural en un rincón de Little India
La trilogía de barrios étnicos se completa con el árabe, conocido como Kampong Glam. Es más pequeño que los anteriores, pero muy pintoresco y conserva numerosos ejemplos de arquitectura colonial bien restaurada. Está dominado por la gran Mezquita del Sultán (Sultan Mosque), que luce una enorme cúpula dorada visible desde casi cualquier punto del barrio. La entrada principal de la mezquita se abre a una agradable calle peatonal repleta de cafés y restaurantes árabes. El barrio es un buen sitio para probar la gastronomía árabe o turca, o para disfrutar de un té a la menta en alguna de sus teterías.
La gran Mezquita del Sultán, al fondo de la calle
Restaurantes árabes en Kampong Glam
El menú de un restaurante
Mujeres con pañuelo en Kampong Glam
Arab Street, una de las principales de Kampong Glam
No podía faltar la tienda de alfombras en Kampong Glam
Otra vista de la cúpula dorada de la Mezquita del Sultán
Rascacielos en construcción detrás del barrio árabe
Un restaurante popular de Kampong Glam
Fuera del centro se encuentra la isla de Sentosa, una especie de paraíso de la diversión para los singapurenses porque está repleta de atracciones, como los estudios Universal, un parque acuático, parque de atracciones, acuario, cines, etc. Aquí están también las playas de Singapur, que, para ser urbanas y estar al lado de uno de los puertos más transitados del mundo, no están mal del todo.
Para llegar a la isla de Sentosa hay que ir en metro hasta la parada de Harbour Front. Allí tienes dos opciones, coger un caro teleférico (18 euros) o el Sentosa Expres, un monorraíl que cuesta menos de 3 euros.
Monorraíl a la isla de Sentosa
Entrando en la isla de Sentosa
Playa en Sentosa Island
Otra playa en la isla de Sentosa
Chavales jugando a tirar de la cuerda
Jóvenes graduados fotografiándose en la playa de Sentosa
No se recomienda llevar gafas de sol por las noches en Sentosa
Otra playa de Sentosa
El alojamiento en el centro de Singapur es caro. Las habitaciones dobles con baño privado suelen costar a partir de 60-70 euros la noche en los hoteles más económicos y la mayoría son bastante básicas. En Chinatown es donde suele haber más hoteles baratos y es una buena zona para alojarse. Nosotros nos quedamos aquí, en el Porcelain Hotel. La doble nos costó 60 euros sin desayuno. Las habitaciones están limpias y reformadas, aunque son enanas en el sentido más estricto de la palabra. La zona de Bugis, bien comunicada con el aeropuerto y cerca del barrio árabe, también es una buena opción para alojarse.
La minúscula habitación del hotel Porcelain
No hay comentarios