Rincón de la Vieja


Rincón de la Vieja es uno de los volcanes más activos de Costa Rica y da nombre al parque nacional que rodea su cráter de 1.916 metros de altitud. Su última gran erupción data de 1998, aunque son frecuentes pequeñas erupciones que obligan a cerrar al público los accesos a las zonas colindantes al cráter. De hecho, cuando fuimos nosotros había bastante actividad sísmica en la provincia del Guanacaste y estaba prohibido acercarse al volcán.

El parque nacional Rincón de la Vieja está a solo 25 kilómetros de Liberia y se puede visitar fácilmente en una excursión de medio día o de un día completo, eso depende de las ganas de caminar que uno tenga. Se tarda unos 40 minutos en llegar en coche porque hay que tener en cuenta que el último tramo de la carretera está sin asfaltar y tiene bastantes piedras. Un todoterreno o vehículo alto es recomendable. Por el camino hay que pagar una especie de peaje de 700 colones (1,5 dólares) por atravesar una finca privada, un cómodo y rentable negocio que se ha montado el dueño.



De camino hacia Rincón de la Vieja, con nuestro 4x4 de alquiler.


El aparcamiento del parque nacional está junto a las taquillas, donde hay que pagar una entrada de 10 dólares. A cambio, te dan un pequeño mapa y te explican un poco los senderos más recomendables para caminar. También hay una pequeña y carísima cafetería, similar a la de todos los parques nacionales de Costa Rica, en la que te clavan 3 dólares por una botella pequeña de agua. Sobra decir que merece la pena llevar alguna botella grande en el coche.

El sendero más recomendable, y la razón principal para venir hasta aquí, es una ruta circular de unos 3 kilómetros que concentra todas las grandes atracciones del parque, es decir, las fumarolas y las pozas de lodo y de agua hirviendo. Es una caminata sencilla y muy divertida en la que se puede disfrutar de todo el espectáculo que ofrece un bosque tropical humeante.

El sendero también pasa por una cascada y un río. Hace unos años había unas aguas termales aptas para el baño, pero se cerraron al público porque los minerales que llevaban disueltos no eran demasiado saludables, así que ya no es necesario llevar el bañador. Las únicas aguas termales en funcionamiento son las que ofrecen algunos hoteles cercanos al parque, previo pago de una entrada.

Caminando con tranquilidad y parando para hacer fotografías se puede completar este recorrido en unas 2-3 horas. El problema de este sendero es que, al ser tan corto y concentrar todos los atractivos del parque, está siempre repleto de turistas y es difícil disfrutar de momentos de tranquilidad.

El resto de senderos del parque son mucho menos entretenidos, pero si todavía hay ganas de hacer ejercicio se puede realizar otra caminata más larga de 5 kilómetros hasta la catarata de La Cangreja. Este sendero atraviesa un espeso bosque en el que se puede escuchar el estruendo de los monos aulladores. Es, sin embargo, una caminata más convencional porque aquí no hay fumarolas ni pozas burbujeantes. La cascada, eso sí, cae sobre una poza apta para el baño.

Otra caminata lleva hasta el cráter del volcán Rincón de la Vieja, un trekking solo abierto en épocas de tregua sísmica. Son unos 16 kilómetros que requieren mayor preparación y dedicarle un día completo.



Caminando por los senderos de Rincón de la Vieja.



Peligro, altas temperaturas.



Humeante y apestosa fumarola.



Un tronco caído sirve de puente natural.



El humeante bosque de Rincón de la Vieja.



Poza de agua hirviendo.



Puente colgante para cruzar el río.



Pintoresca cascada en Rincón de la Vieja.



Un riachuelo desciende entre el bosque tropical.



Las raíces de los árboles al descubierto.



Pequeño habitante de Rincón de la Vieja.



¿Un baño de lodo hirviendo?



El bosque tropical deja paso a paisaje de matorrales.



Más piscinas de lodo hirviendo.



Un detalle del burbujeante lodo.



Riachuelo de agua hirviendo.



Caminando por Rincón de la Vieja.



El humo de las fumarolas, visible sobre el manto de bosque tropical.



Otra charca de agua hirviendo.



Último vistazo al humeante bosque de Rincón de la Vieja.

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