De Phnom Penh a Siem Reap fuimos en una miniván compartida, que nos costó 8 dólares y tardó unas cuatro horas en llegar. La miniván es más rápida que el autobús, aunque no demasiado porque hay que tener en cuenta que, como ocurría en Vietnam, las mujeres camboyanas acostumbran a marearse con frecuencia en estos vehículos y hay que parar un par de veces para que vomiten. Además, las miniván son más incómodas que el autobús porque se llenan hasta los topes y también son un poco más caras. Si el tiempo no apremia, mejor viajar en un autobús convencional.



Siem Reap, la segunda ciudad más grande de Camboya, es la capital turística del país ya que todos los visitantes se alojan en ella para visitar los cercanos templos de Angkor. Y esa afluencia masiva de turistas ha transformado por completo su fisonomía inundando las calles de bares, restaurantes y agencias de viajes. Siem Reap vive por y para el turismo.
Los atractivos de la ciudad son más bien escasos. Cuenta con algún templo vistoso como el Wat Bo o el Wat Preah Prohm Roth y un arbolado paseo junto al río, aunque el lugar más destacable quizás sea el mercado antiguo de Psar Chaa. Por las noches también se puede visitar algún mercadillo nocturno donde venden piezas de artesanía. Hay unos cuantos por el centro.
Esa falta de lugares de interés se compensa con la animada vida nocturna de Siem Reap. Hay restaurantes de todo tipo, que van desde la cocina tradicional camboyana hasta el sushi japonés, pasando por pizzerías, hamburgueserías, cocina francesa, etc.
Una calle del centro ha sido bautizada como Pub Street y se cierra al tráfico por las noches. Allí se concentran la mayoría de restaurantes y bares de copas, con agradables terrazas para tomar algo. Las jarras de cerveza de barril de medio litro cuestan medio dólar en muchas terrazas, una ganga irresistible. Algunos locales tienen música en directo.
En Siem Reap se da un curioso fenómeno y es que durante el día sus calles están prácticamente vacías de turistas porque la mayoría está visitando los templos de Angkor. A la hora de comer apenas hay gente en los restaurantes y muchas calles parecen desiertas, pero todo cambia cuando se pone el sol. Los turistas llegan en masa procedentes de los templos, los restaurantes se llenan y, a veces, es difícil encontrar mesa en los más afamados.
Nosotros nos alojamos en la Popular Guesthose, bien situada cerca de la zona de Pub Street. La habitación doble sin desayuno nos costó 12 dólares. El establecimiento aparece en la Lonely Planet y no está mal, aunque una noche que llovió comprobamos que la habitación tenía goteras.
Los atractivos de la ciudad son más bien escasos. Cuenta con algún templo vistoso como el Wat Bo o el Wat Preah Prohm Roth y un arbolado paseo junto al río, aunque el lugar más destacable quizás sea el mercado antiguo de Psar Chaa. Por las noches también se puede visitar algún mercadillo nocturno donde venden piezas de artesanía. Hay unos cuantos por el centro.
Esa falta de lugares de interés se compensa con la animada vida nocturna de Siem Reap. Hay restaurantes de todo tipo, que van desde la cocina tradicional camboyana hasta el sushi japonés, pasando por pizzerías, hamburgueserías, cocina francesa, etc.
Una calle del centro ha sido bautizada como Pub Street y se cierra al tráfico por las noches. Allí se concentran la mayoría de restaurantes y bares de copas, con agradables terrazas para tomar algo. Las jarras de cerveza de barril de medio litro cuestan medio dólar en muchas terrazas, una ganga irresistible. Algunos locales tienen música en directo.
En Siem Reap se da un curioso fenómeno y es que durante el día sus calles están prácticamente vacías de turistas porque la mayoría está visitando los templos de Angkor. A la hora de comer apenas hay gente en los restaurantes y muchas calles parecen desiertas, pero todo cambia cuando se pone el sol. Los turistas llegan en masa procedentes de los templos, los restaurantes se llenan y, a veces, es difícil encontrar mesa en los más afamados.
Nosotros nos alojamos en la Popular Guesthose, bien situada cerca de la zona de Pub Street. La habitación doble sin desayuno nos costó 12 dólares. El establecimiento aparece en la Lonely Planet y no está mal, aunque una noche que llovió comprobamos que la habitación tenía goteras.



















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