Stone Town




Aterrizamos en el aeropuerto de Stone Town, capital del archipiélago de Zanzíbar, después de comer y nada más bajar del avión notamos el agradable calor húmedo del trópico. El clima fresco de Arusha y del Ngorongoro se quedaba atrás.


Recién aterrizados en el aeropuerto de Stone Town.



Nos vino a recoger a la vieja terminal un taxista del hotel Grand Palace, que habíamos reservado por internet. Nos costó bastante encontrar alojamiento en la capital zanzibarí (todos estaban llenos o eran carísimos) y al final tuvimos que rascarnos el bolsillo para poder alojarnos en la ciudad vieja. Acabamos pagando 120 dólares por noche, con desayuno incluido.

Las habitaciones, eso sí, estaban muy bien (aire acondicionado, baño impecable…) y el hotel tenía una agradable terraza en la azotea para desayunar, pero reservando con más antelación seguro que se pueden encontrar mejores opciones.

Al lado del hotel está el restaurante Mercury’s, dedicado al fallecido cantante de Queen, Freddie Mercury, natural de Zanzíbar. Es una buena opción para cenar con vistas al puerto o para tomar una cerveza.

Stone Town, declarada Patrimonio de la Humanidad en el año 2000, es el alma de Zanzíbar, una ciudad que fusiona las culturas swahili y árabe para atrapar al viajero desde el primer momento. La ciudad vieja es un laberinto de estrechas callejuelas plagado de sorpresas por descubrir. Perderse por sus calles sin mapa es la mejor forma de conocer la ciudad.


Decadentes fachadas junto al océano.



Más fachadas de Stone Town.



La playa de Stone Town.



Barcos junto a la playa de Stone Town.



Dos mujeres con típicos vestidos zanzibareños.



Artesanía en las calles de Stone Town.



Una niña camina por una callejuela de Stone Town.



Chavales jugando al baloncesto.


Otra calle de la ciudad vieja de Stone Town.



Las puertas de madera tallada son preciosas en Zanzíbar.


Lugareño viendo pasar la gente en la calle.



Otro bello rincón de Stone Town.



En bicicleta por la ciudad vieja.



Una pequeña plaza del centro histórico.



Estudiantes saliendo de la escuela.



Más calles estrechas en Stone Town.



Empujando un viejo carro de madera.


Callejuela de Stone Town.



Niños leyendo en la puerta de una antigua librería.


Esquina de Stone Town.



El abuelo está relajado.



Pescadores en el puerto de Stone Town.



Fachada del Museo del Palacio.



Mujeres musulmanas.



Visita obligada es acudir al Mercado de Darajani por la mañana para sumergirse en su atmósfera cargada de colores, sonidos y, sobre todo, de olores. Zanzíbar era antiguamente conocida como la Isla de las Especias y los aromas de la vainilla, el clavo, la canela o el cardamomo embriagan en muchos de sus rincones.

En el interior del edificio del mercado se concentran las carnicerías y las pescaderías. Por los alrededores se extienden los puestos de frutas, verduras, especias, ropa y todo tipo de mercancías. El bullicio es constante.


En el mercado de Darajani.



Frutería en el mercado de Darajani.



Vendiendo ajos y cebollas secas.



Seguimos en el mercado de Darajani.



Otro puestecillo del mercado.



Descargando pescado en el mercado de Darajani.



Más sobrecogedora es la visita al antiguo Mercado de Esclavos, reflejo del pasado más cruel de la isla. El comercio de esclavos fue, junto al de especias, una de las actividades más lucrativas de Zanzíbar durante siglos y aún quedan algunos vestigios que lo recuerdan.

El mercado de esclavos más importante de la isla estaba donde hoy se levanta la Catedral Anglicana. En uno de sus laterales se erige el Monumento de los Esclavos que recuerda la execrable actividad que allí se llevó a cabo durante siglos. Junto a la catedral se pueden visitar dos antiguas celdas, las únicas que se conservan, donde se hacinaba a los prisioneros antes de venderlos. Las celdas están bajo el St. Monica Hostel y la entrada cuesta 6.000 chelines (2,5 euros).


Monumento en memoria de los esclavos.



Celdas en el antiguo mercado de esclavos.



Otro lugar destacado de Stone Town es la Casa de las Maravillas (Beit El-Ajaib), sede del Museo de Historia de Zanzíbar. Es un inmenso edificio del siglo XIX que fusiona los estilos árabe y colonial. Desde sus grandes balcones se obtienen buenas vistas de los Jardines de Forodhani, que al atardecer se inundan de puestos de comida.

Junto a la Casa de las Maravillas se levanta el Antiguo Fuerte. En su interior hay un teatro al aire libre donde se organizan espectáculos de música y danza.


La Casa de las Maravillas.



La muralla del antiguo fuerte de Stone Town.



Callejuela junto al fuerte de Stone Town.



Puestos de comida en los jardines de Forodhani.



Atardeciendo en el puerto de Stone Town.



Es importante aprovisionarse de chelines en Stone Town antes de marcharse a otro destino de Zanzíbar porque fuera de la capital apenas existen los cajeros automáticos y las tarjetas de crédito tampoco son aceptadas en muchos lugares.

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