Atenas es la cuna de la civilización occidental y una de las ciudades habitadas más antiguas del mundo con más de 3.000 años de historia. Esa larga vida se aprecia en todos sus rincones repletos de restos arqueológicos de la Grecia clásica, Roma o la época bizantina.
La Acrópolis, una colina de 156 m en pleno centro de la ciudad, es el corazón espiritual de Atenas y alberga sus monumentos más famosos como el Partenón, el Erecteion o el templo de Atenea Niké, entre otros.
En las faldas de la Acrópolis se encuentran también el teatro de Dionisio, el mayor de la antigua Grecia con capacidad para 15.000 personas; y el Odeón de Herodes, un teatro romano que todavía se utiliza hoy día.
Cerca de la Acrópolis se alza otra colina, conocida como Pnyx, que fue el lugar de reunión de los representantes del pueblo ateniense, es decir, el primer parlamento democrático de la historia. Pericles y compañía soltaban aquí sus discursos, con bonitas vistas del Partenón.
Otros restos arqueológicos imprescindibles de Atenas son el templo de Zeus, el Ágora, la Torre de los Vientos, el estadio Panathinaiko... la lista es interminable. La entrada para la Acrópolis, que cuesta 12 euros, permite acceder a la mayoría de recintos.
Pero además de ruinas, Atenas ofrece una animada vida en las estrechas callejuelas de sus dos barrios más famosos: Plaka y Monasteraki, ambos repletos de tiendas, restaurantes y terracitas en los alrededores de la Acrópolis.
La plaza Syntagma es el centro neurálgico de Atenas y está presidida por el parlamento griego, custodiado por la Guardia Nacional, vestida con el traje tradicional y que de vez en cuando realiza pintorescos cambios de guardia.
Tampoco hay que olvidarse de visitar el monte Licabeto, el punto más alto de Atenas (277 m), que ofrece las mejores panorámicas de la ciudad. Un funicular permite subir hasta la cima.
La Acrópolis, una colina de 156 m en pleno centro de la ciudad, es el corazón espiritual de Atenas y alberga sus monumentos más famosos como el Partenón, el Erecteion o el templo de Atenea Niké, entre otros.
En las faldas de la Acrópolis se encuentran también el teatro de Dionisio, el mayor de la antigua Grecia con capacidad para 15.000 personas; y el Odeón de Herodes, un teatro romano que todavía se utiliza hoy día.
Cerca de la Acrópolis se alza otra colina, conocida como Pnyx, que fue el lugar de reunión de los representantes del pueblo ateniense, es decir, el primer parlamento democrático de la historia. Pericles y compañía soltaban aquí sus discursos, con bonitas vistas del Partenón.
Otros restos arqueológicos imprescindibles de Atenas son el templo de Zeus, el Ágora, la Torre de los Vientos, el estadio Panathinaiko... la lista es interminable. La entrada para la Acrópolis, que cuesta 12 euros, permite acceder a la mayoría de recintos.
Pero además de ruinas, Atenas ofrece una animada vida en las estrechas callejuelas de sus dos barrios más famosos: Plaka y Monasteraki, ambos repletos de tiendas, restaurantes y terracitas en los alrededores de la Acrópolis.
La plaza Syntagma es el centro neurálgico de Atenas y está presidida por el parlamento griego, custodiado por la Guardia Nacional, vestida con el traje tradicional y que de vez en cuando realiza pintorescos cambios de guardia.
Tampoco hay que olvidarse de visitar el monte Licabeto, el punto más alto de Atenas (277 m), que ofrece las mejores panorámicas de la ciudad. Un funicular permite subir hasta la cima.




























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