De Zagreb a Belgrado
Una autopista comunica Zagreb y Belgrado, pero nosotros nos desviamos por una carretera secundaria poco antes de cruzar la frontera entre Croacia y Serbia. Nos dirigimos hacia el norte para cambiar de país por la zona de Vukovar. Esta carretera cruza la zona más rural y atrasada de Croacia y se pasa por muchos pueblecitos encantadores. Nosotros nos compramos embutido y pan en un supermercado y comimos a orillas del Danubio junto a unas casas que bien podrían ser escenario de cualquier película de Emir Kusturika.
Después de comer continuamos camino hacia Serbia y pasamos por Vukovar, uno de los puntos calientes durante la guerra entre croatas y serbios. Todavía se ve el impacto de los proyectiles en muchas de las casas y se puede visitar un cementerio donde están enterrados todos los militares croatas fallecidos en la guerra. Son curiosos los carteles en los márgenes de la carretera que alertan de que puede haber minas antipersona dispersas por el bosque.
Un puente separa Croacia de Serbia y en la frontera tuvimos que convencer a los policías (y también militares) serbios para que nos dejaran entrar en su país. Eran un poco reticentes a permitirnos entrar en Serbia con un coche que no era de nuestra propiedad, aunque después de un rato de discusión conseguimos hacerles entender que era alquilado. No hablaba inglés ninguno de los polis. Una vez en Serbia seguimos por carretera hasta Novi Sad y allí cogimos una autopista hacia Belgrado.
Después de comer continuamos camino hacia Serbia y pasamos por Vukovar, uno de los puntos calientes durante la guerra entre croatas y serbios. Todavía se ve el impacto de los proyectiles en muchas de las casas y se puede visitar un cementerio donde están enterrados todos los militares croatas fallecidos en la guerra. Son curiosos los carteles en los márgenes de la carretera que alertan de que puede haber minas antipersona dispersas por el bosque.
Un puente separa Croacia de Serbia y en la frontera tuvimos que convencer a los policías (y también militares) serbios para que nos dejaran entrar en su país. Eran un poco reticentes a permitirnos entrar en Serbia con un coche que no era de nuestra propiedad, aunque después de un rato de discusión conseguimos hacerles entender que era alquilado. No hablaba inglés ninguno de los polis. Una vez en Serbia seguimos por carretera hasta Novi Sad y allí cogimos una autopista hacia Belgrado.
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