Crucero por el Nilo
Todos los viajes tienen sus momentos mágicos, pero pocos pueden igualar el placer de tomarse una cerveza Sakara bien fría desde la cubierta de un barco mientras navegas por el Nilo contemplando el paisaje en la orilla.
Si a eso le sumas un bañito en la piscina del barco de vez en cuando, pues tenemos que el crucero por el Nilo es una experiencia sublime en cualquier viaje a Egipto.
El nuestro arrancó en Luxor y navegamos durante dos días remontando el Nilo hacia el sur hasta la ciudad de Asuán.
Durante el recorrido se divisan en la orilla campos de cultivo, pequeñas aldeas y también alguna ciudad, pues el río más largo de África es sinónimo de vida en Egipto, y eso es algo literal porque prácticamente toda la población del interior del país se concentra en sus fértiles riberas, a lo largo de una estrecha franja de no más de 20 kilómetros de ancho que sigue el curso del agua a ambas orillas.
Si te alejas un poco de la vega del río pronto aparece la inmensidad del desierto y desaparece casi por completo cualquier signo de vida.
Durante el crucero, los momentos más bellos llegan con los atardeceres y las puestas de sol, que son realmente espectaculares desde la cubierta del barco. El cielo, el desierto y el Nilo van cambiando de color y ofrecen tonalidades oníricas.
Por el camino hicimos paradas en Edfú y Kom Ombo para ver sus templos Ptoloméicos:
Edfú: La parada en esta ciudad es para visitar el templo de Horus, el segundo más grande de Egipto después del de Karnak, y uno de los mejor conservados. Eso sí, es también mucho más ‘reciente’ pues se construyó bajo la dinastía Ptoloméica, entre los siglos III y I ac, y ‘solo’ tiene algo más de 2.000 añitos. El templo se encuentra en muy buen estado y su imponente puerta de acceso es el lugar más espectacular. En esa fachada se puede ver la imagen de Horus, dios celestial representado con cabeza de halcón. El trayecto desde el barco hasta el templo se hace en calesa y es muy entretenido porque atraviesa la ciudad de Edfú y se puede ver cómo es la vida de los lugareños en las calles.
Kom Ombo: Al contrario que en Edfú, aquí el templo de Sobek y Haroeris se encuentra junto a las aguas del Nilo y enseguida se ve cuando te acercas con el barco. También se levantó bajo la dinastía Ptoloméica y destaca por las enormes columnas centrales con capiteles. Una parte del templo está dedicada a Horus y otra a Sobek, el dios cocodrilo. Se cree que el templo se construyó en una zona donde los cocodrilos del Nilo acudían a tomar el sol. En algún relieve se puede ver a este dios con forma humana y cabeza de reptil.
Si a eso le sumas un bañito en la piscina del barco de vez en cuando, pues tenemos que el crucero por el Nilo es una experiencia sublime en cualquier viaje a Egipto.
El nuestro arrancó en Luxor y navegamos durante dos días remontando el Nilo hacia el sur hasta la ciudad de Asuán.
Durante el recorrido se divisan en la orilla campos de cultivo, pequeñas aldeas y también alguna ciudad, pues el río más largo de África es sinónimo de vida en Egipto, y eso es algo literal porque prácticamente toda la población del interior del país se concentra en sus fértiles riberas, a lo largo de una estrecha franja de no más de 20 kilómetros de ancho que sigue el curso del agua a ambas orillas.
Si te alejas un poco de la vega del río pronto aparece la inmensidad del desierto y desaparece casi por completo cualquier signo de vida.
Durante el crucero, los momentos más bellos llegan con los atardeceres y las puestas de sol, que son realmente espectaculares desde la cubierta del barco. El cielo, el desierto y el Nilo van cambiando de color y ofrecen tonalidades oníricas.
Por el camino hicimos paradas en Edfú y Kom Ombo para ver sus templos Ptoloméicos:
Edfú: La parada en esta ciudad es para visitar el templo de Horus, el segundo más grande de Egipto después del de Karnak, y uno de los mejor conservados. Eso sí, es también mucho más ‘reciente’ pues se construyó bajo la dinastía Ptoloméica, entre los siglos III y I ac, y ‘solo’ tiene algo más de 2.000 añitos. El templo se encuentra en muy buen estado y su imponente puerta de acceso es el lugar más espectacular. En esa fachada se puede ver la imagen de Horus, dios celestial representado con cabeza de halcón. El trayecto desde el barco hasta el templo se hace en calesa y es muy entretenido porque atraviesa la ciudad de Edfú y se puede ver cómo es la vida de los lugareños en las calles.
Kom Ombo: Al contrario que en Edfú, aquí el templo de Sobek y Haroeris se encuentra junto a las aguas del Nilo y enseguida se ve cuando te acercas con el barco. También se levantó bajo la dinastía Ptoloméica y destaca por las enormes columnas centrales con capiteles. Una parte del templo está dedicada a Horus y otra a Sobek, el dios cocodrilo. Se cree que el templo se construyó en una zona donde los cocodrilos del Nilo acudían a tomar el sol. En algún relieve se puede ver a este dios con forma humana y cabeza de reptil.
Vistas desde la cubierta del barco.
Campos de cultivo en la orilla del Nilo.
El Nilo se ensancha en algunos tramos.
Atravesando la ciudad de Edfú en calesa.
Templo de Horus, en Edfú.
Templo de Horus.
Templo de Kom Ombo.
Puesta de sol en el Nilo.
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