Valle del Jordán


El río Jordán, que sirve de frontera natural entre Jordania e Israel y Palestina, es un auténtico manantial de vida en medio de una región árida y muy castigada por el sol. Su caudal, cada vez más escaso, irriga cientos de hectáreas de cultivo e invernaderos en ambos lados de sus riberas y suministra agua potable a la población.

El río nace en las montañas del Antilíbano, entre Siria, Líbano e Israel, y desciende hacia el mar de Galilea, también conocido como lago Tiberíades, cuyo perímetro está controlado totalmente por Israel, que no ha dejado escapar la mayor reserva de agua dulce de Oriente Próximo.

El Jordán entra en el mar de Galilea por el norte y desagua el lago por el sur para luego continuar descendiendo en esa dirección hasta desembocar en el mar Muerto. Conforme se acerca a la desembocadura, el agua del río se vuelve cada vez más salina y el paisaje que lo rodea, más desértico.

Recorriendo en coche el valle del Jordán de norte a sur se aprecia perfectamente cómo el paisaje mediterráneo, de pino y olivo, se vuelve cada vez más árido y la vegetación más escasa. Junto a las carreteras que discurren por el valle se amontonan los puestos de venta de fruta y verdura procedente de los cientos de invernaderos que se pierden en el horizonte.



De camino hacia el Valle del Jordán.



El Castillo de Ajlun, del siglo XII, en lo alto de la montaña.



El paisaje se vuelve árido hacia el sur del valle del Jordán.



Cabras sobre la árida colina.



Los invernaderos pueblan el paisaje del valle del Jordán.



Más invernaderos.



Hay montones de puestos de venta de fruta y verdura junto a la carretera.


Divisar el río, sin embargo, es prácticamente imposible a lo largo de todo el valle porque las riberas del Jordán son zona militar y es imposible acercarse a ellas. Desde lejos, como mucho, se puede distinguir la línea de vegetación que sigue el curso del río y que oculta por completo su caudal.

Solo se puede ver el agua del río en determinados puestos fronterizos con Israel y en Betania, el lugar donde supuestamente Jesús fue bautizado por Juan Bautista. A este lugar bíblico se puede llegar en coche, pero no se puede visitar por libre al tratarse de una zona militar.

El coche hay que dejarlo en el aparcamiento y contratar una excursión organizada con un guía, que dura aproximadamente una hora (12 dinares). En el tour te llevan en un minibús hasta la ribera del río donde se pueden ver las ruinas de antiguas iglesias bizantinas, que se construyeron en este lugar sagrado entre los siglos V y VI, aunque apenas quedan sus cimientos.

El gran atractivo de la visita, no obstante, es poder ver y tocar el agua del río Jordán en un pequeño muelle de madera, que contrasta con el enorme complejo turístico que ha levantado Israel en la otra ribera, situada a escasos tres metros del lado jordano.

Aunque el caudal del río era bastante alto en diciembre, el Jordán es tan estrecho, que da la sensación de poderlo atravesar de un salto y cruzar de Jordania a Israel tomando un poco de impulso. En las épocas de estiaje veraniegas, cuando el caudal desciende considerablemente, esa sensación debe ser todavía mayor.

Desde la ribera jordana se puede ver cómo en el lado israelí se realizan bautismos masivos para grupos de turistas, que, vestidos con túnicas blancas, reciben las bendiciones de un sacerdote antes de remojarse un poco en las turbias aguas del Jordán. En el lado jordano, en cambio, éramos cuatro gatos observando el espectáculo.



Minibús hacia el río Jordán.



Por fin divisamos el río Jordán.



El agua del Jordán serpentea entre una espesa vegetación.



Ruinas de antiguas iglesias bizantinas, en Betania.



También se han construido iglesias nuevas en este lugar sagrado.



Acceso al río Jordán.



Llegamos a tocar el agua del Jordán. Al otro lado del río está Israel.



Dos turistas en el lado jordano del Jordán.



Turistas en el lado israelí del Jordán.



Un jordano observando a los turistas israelís.



Turistas bautizándose en el lado israelí del Jordán.


VÍDEO: Bautismo en el río Jordán.

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