Sarajevo
Una ciudad fascinante, pero machacada por la guerra, que poco a poco intenta olvidar. La ciudad estuvo más de un año sitiada por las tropas serbobosnias cuyos francotiradores jugaban al tiro al plato con los peatones desde las montañas que rodean la ciudad. Sarajevo siempre ha sido un punto caliente del planeta. Turcos, serbios y austriacos han querido controlarla.
En 1914, el asesinato del heredero al trono astrohúngaro junto al Puente Latino, uno de los puentes que cruza el río Miljacka, desencadenó la Primera Guerra Mundial. Durante la época de la antigua Yugoslavia se llamaba Puente de Gavrilo Princip, en honor al nacionalista serbo-bosnio que cometió el magnicidio.
La parte antigua de Sarajevo conserva palacios de arquitectura árabe y mezquitas cuyos almuecines te transportan a oriente cuando al anochecer llaman a oración desde los minaretes. Junto a las mezquitas se levantan campanarios de iglesias cristianas que confirman el cruce de civilizaciones que ha dado carácter a la capital bosnia.
En el casco antiguo abundan los mercadillos y las terrazas de los bares, aunque algunas no sirven alcohol. Las montañas que rodean la ciudad acogieron en 1984 los Juegos Olímpicos de Invierno y todavía se observa algún cartel conmemorativo. Las vistas desde cualquier colina son impresionantes. Estas montañas, al igual que los parques, se han convertido en improvisados cementerios llenos de cruces. Nos alojamos en una casa que estaba en mitad de una de estas colinas y desde la que teníamos una buena panorámica. En la parte más nueva están los feos bloques de pisos de estilo comunista.
En 1914, el asesinato del heredero al trono astrohúngaro junto al Puente Latino, uno de los puentes que cruza el río Miljacka, desencadenó la Primera Guerra Mundial. Durante la época de la antigua Yugoslavia se llamaba Puente de Gavrilo Princip, en honor al nacionalista serbo-bosnio que cometió el magnicidio.
La parte antigua de Sarajevo conserva palacios de arquitectura árabe y mezquitas cuyos almuecines te transportan a oriente cuando al anochecer llaman a oración desde los minaretes. Junto a las mezquitas se levantan campanarios de iglesias cristianas que confirman el cruce de civilizaciones que ha dado carácter a la capital bosnia.
En el casco antiguo abundan los mercadillos y las terrazas de los bares, aunque algunas no sirven alcohol. Las montañas que rodean la ciudad acogieron en 1984 los Juegos Olímpicos de Invierno y todavía se observa algún cartel conmemorativo. Las vistas desde cualquier colina son impresionantes. Estas montañas, al igual que los parques, se han convertido en improvisados cementerios llenos de cruces. Nos alojamos en una casa que estaba en mitad de una de estas colinas y desde la que teníamos una buena panorámica. En la parte más nueva están los feos bloques de pisos de estilo comunista.
Chevere!!! eto e bárbaro,
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