Tadoussac

Después de comer en el cañón de Santa Ana continuamos la ruta hacia Tadoussac, un pequeño pueblo ballenero situado en el estuario del río San Lorenzo y que actualmente sigue viviendo de las ballenas, aunque ya no de su pesca, sino de los miles de turistas que acuden hasta aquí para ver a estos gigantescos mamíferos acuáticos en su hábitat natural.

La carretera que va a Tadoussac es muy pintoresca, especialmente en su tramo más septentrional porque discurre entre bosques y va bordeando el estuario del San Lorenzo ofreciendo unas vistas espectaculares. Antes de llegar al pueblo hay que coger un ferry gratuito para cruzar el fiordo de Saguenay, que en realidad es la desembocadura del río Saguenay en el estuario.

¡Cuidado con los alces que pueden cruzar la carretera!

Carretera de camino a Tadoussac.

La carretera a Tadoussac discurre paralela al estuario del San Lorenzo.

En la cola para coger el ferry a Tadoussac.

Muchos coches y camiones embarcados en el ferry.

El ferry que cruza el fiordo de Saguenay.

Llegando a la otra orilla del fiordo.

Nada más llegar a la otra orilla aparecen las primeras casitas de Tadoussac, todas pintadas de colores muy vivos y con fachadas de madera. El pueblo apenas tiene 1.000 habitantes, pero está repleto de hoteles y restaurantes. Destaca por encima de todos el Hotel Tadoussac, un enorme y lujoso establecimiento que se inauguró en el siglo XIX y que sigue abierto al público después de haber sido reconstruido en numerosas ocasiones. Sigue manteniendo hoy día su elegante estilo decimonónico.

En el pueblo también se puede pasear por la playa o recorrer el paseo marítimo de madera observando la inmensidad del estuario del San Lorenzo, el más grande del mundo con una anchura que alcanza los 60 kilómetros. Otro punto de interés es el centro de interpretación de las ballenas, un museo dedicado a estos gigantes del mar.

En Tadoussac nos alojamos en el Motel de l'Anse a l'Eau, situado en la entrada del pueblo. La habitación doble nos costó 77 dólares. El desayuno no está incluido, pero tiene cafetera con cápsulas. Echamos de menos la nevera y el microondas.

Panorámica de Tadoussac, con el hotel Tadoussac en primer plano.

La calle principal del pueblo.

Casitas típicas de Tadoussac.

Otra calle del pueblo.

Casi todas las casas tienen fachadas de madera y de colores muy vivos.

Una iglesia moderna.

Cementerio con vistas.

El centro de interpretación de las ballenas.

Paseo marítimo de Tadoussac.

La playa de Tadoussac.

El pequeño puerto del pueblo.

Barco amarrado en el puerto.

En la recepción del hotel reservamos el crucero para avistar las ballenas, la gran atracción de Tadoussac, que realizamos al día siguiente por la mañana. Casi todos los hoteles ofrecen la posibilidad de contratar los cruceros, que son idénticos y los hay de dos tipos: en barco o en zódiac, estos últimos no permitidos para los niños pequeños. Los precios son todos muy parecidos y rondan los 50-60 euros por persona. Duran unas 4 horas y, además de navegar por el estuario del San Lorenzo para avistar ballenas, suelen hacer una pequeña incursión por el fiordo de Saguenay para observar el paisaje.

Al ir con niños, nosotros cogimos el tour en barco y la verdad es que lo agradecimos porque hace bastante frío en cuanto abandonas el puerto. De hecho, la temperatura cae por debajo de los 10 grados y el viento es helador. En los tours en zódiac dicen que la temperatura puede rozar los 2 grados así que hay que ir bien abrigado. En el barco tienes la oportunidad de meterte a cubierto si hace demasiado frío, mientras que en la zódiac, aunque quizás veas las ballenas desde más cerca, estás mucho más expuesto al viento, las olas y las salpicaduras.

Al contratar el crucero en el hotel pudimos dejar el coche aparcado en el parking del establecimiento y coger gratis el autobús urbano del pueblo que paraba en la puerta y nos llevó hasta el puerto para empezar el tour a las 9 de la mañana. Caminando del hotel al puerto se tarda unos 20 minutos.

El estuario del río San Lorenzo, donde se mezcla el agua dulce del río con la salada del mar, está lleno de ballenas y son muy fáciles de ver desde el barco. Nosotros vimos un montón, entre ellas la gran ballena azul, el animal más grande del planeta con casi 30 metros de longitud y más de 100 toneladas de peso. También vimos belugas, una especie propia del ártico, y algunas focas.

Durante el crucero hay una speaker que te va avisando, en inglés y francés, cada vez que una ballena asoma la cabeza cerca del barco y también te va dando datos y contando historias sobre el río San Lorenzo.

¡Zarpamos en busca de ballenas!

Vistas del vecino pueblo de Baie-Sainte-Catherine.

Navegando por el inmenso estuario del río San Lorenzo.

Una zódiac que también va en busca de ballenas.

¡Ballena a la vista!

Otra ballena enseñándonos el lomo.

La silueta de otra ballena se puede ver a lo lejos.

Unas belugas, que son mucho más blancas.

Otro fabuloso cetáceo mostrando su aleta superior.

Y otra aleta entre las olas.

Un faro en medio del estuario.

Adentrándonos en el fiordo de Saguenay.

Remontando el río Saguenay.

Paredes de bosque y roca rodean el fiordo de Saguenay.

Casitas al pie del fiordo.

Seguimos navegando por el río Saguenay.

Más casas junto a las aguas del Saguenay.

Al finalizar el paseo en barco comimos en Tadoussac (si queréis ahorrar hay un pequeño supermercado en el centro del pueblo) antes de poner rumbo a Quebec, donde teníamos que devolver esa tarde el coche de alquiler.

Volviendo de Tadoussac a Quebec.

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