Cataratas del Niágara

A las cataratas del Niágara fuimos en una excursión de un día desde Toronto en un autobús de la compañía Megabus, que tarda 2 horas en cubrir el trayecto de 130 kilómetros. Los billetes se pueden comprar online en su web y, aunque el precio varía un poco en función de los horarios y de las fechas, suele rondar los 40-45 dólares el viaje de ida y vuelta. Los autobuses de Megabus salen de la Toronto Coach Terminal, en la intersección de las calles Edward Street y Bay Street. Los autobuses tienen baño, importante si viajas con peques.

Al llegar a la ciudad de Niagara Falls, el bus te deja en una pequeña estación un poco desangelada y apartada de los puntos de interés. Para llegar a la zona de las cataratas hay que andar tres kilómetros, aunque también se puede coger un bus urbano. Nosotros optamos por ir caminando para estirar un poco las piernas después de dos horas de autobús y para ver un poco la ciudad. Solo se tarda 20 minutos en llegar.

De camino a las cataratas del Niágara se ven muchas bodegas y viñedos. En la región del lago Ontario se produce el llamado vino de hielo, ice-wine. Para ello se deja que la uva madura se hiele antes de ser recolectada.

Otro viñedo junto al lago Ontario.

Las típicas casas de la ciudad de Niagara Falls en la zona más alejada de las cataratas.

Caminando hacia las cataratas por este sendero.


Conforme te vas acercando a la zona de las cataratas, las tranquilas casitas con jardín y calles desiertas de lo que parece un aburrido y destartalado pueblo se van quedando atrás y la ciudad se transforma por completo.

Pronto empiezas a ver tiendas de souvenirs, restaurantes ambientados en mil escenarios distintos, pasajes del terror, un museo de cera, una gran noria, montañas rusas y todo tipo de decoración de cartón piedra, desde dinosaurios a King Kong. Niagara Falls es una ciudad que se ha desarrollado por y para las cataratas siendo en la actualidad una especie de parque temático con multitud de atracciones.

Llegando a la zona de las cataratas la ciudad de Niagara Falls se transforma en parque temático.

Tiendas, restaurantes y atracciones en las calles de Niagara Falls.

Otra calle de Niagara Falls.

Un rascacielos tumbado con King Kong en la cumbre.

Kim Jong-un, Trump y Putin en la entrada al museo de cera de la ciudad.

Cartel alertando de que la marihuana no es legal en Estados Unidos, importante si quieres cruzar la frontera. El río Niagara es frontera natural entre EEUU y Canadá.


Pero más allá de todas esas atracciones, que poco o nada tienen que ver con las cataratas, el principal punto de interés son, evidentemente, las propias cataratas, un verdadero espectáculo natural que empequeñece todo lo demás.

Lo más impresionante es el enorme caudal de agua que se precipita al vacío cada segundo y es que las del Niágara no serán las cataratas más altas del mundo (64 metros de caída), pero sí son las más caudalosas del planeta con 2.800 m³/s de caudal medio, superior al del Rhin y casi cinco veces el caudal medio del Ebro.

En realidad son dos cataratas formadas por el caudaloso río Niágara, que comunica los lagos Erie y Ontario y que sirve también como frontera natural entre Estados Unidos y Canadá.

La primera de ellas se encuentra totalmente en suelo estadounidense y se conoce como American Fall. Es más pequeña y menos espectacular que la gran Horseshoe Fall, o catarata de la herradura, que comunica una isla perteneciente a Estados Unidos con Canadá. Aunque la mayor parte de las cataratas se encuentran en territorio estadounidense, es desde el lado canadiense desde donde se obtienen las mejores vistas, ya que las puedes observar de frente en todo su esplendor.

Las cataratas del Niágara. A la izquierda, la American Fall, y al fondo, la Horseshoe Fall. Entre ambas, la isla de la Cabra, que pertenece a Estados Unidos.

American Fall.

Horseshoe Fall.


De las muchas actividades que se pueden hacer, hay una totalmente imprescindible: el paseo en barco hasta la base de las cataratas. El barco que parte desde Canadá se llama Hornblower, a diferencia del Maid of the mist, que parte de EE UU. Los dos hacen el mismo trayecto y la única diferencia es que en el canadiense llevas un impermeable rojo y en el estadounidense, azul.

Los billetes para el Hornblower los compramos a través de su web. Nos costaron 32 dólares por barba, incluyendo el funicular que te baja hasta el embarcadero. Se puede bajar a pie, pero solo te ahorrarás unos pocos dólares. Los menores de 4 años no pagan en el barco ni en el funicular.

El minicrucero por el Niágara dura media hora. El barco se acerca primero a la American Fall proporcionando excelentes vistas de la catarata y luego se mete de lleno en la gran Horseshoe Fall, donde la bruma que provocan los miles y miles de metros cúbicos de agua cayendo al vacío cubre por completo el barco. Es, sin duda, el momento más impresionante y también el más húmedo, ya que acabas empapado a pesar del impermeable de usar y tirar que te regalan a bordo.

Es recomendable llevar ropa de cambio para hacer el crucero por las cataratas, sobre todo si hace frío. Afortunadamente, nosotros disfrutamos de un día soleado y caluroso, que nos ayudó a secarnos al bajar casi chorreando del barco. Los niños al principio estaban un poco asustados, pero luego se lo pasaron en grande en esa gran ducha natural.

Embarcadero desde donde parte el Hornblower, el crucero canadiense por las cataratas.

Embarcadero del Maid of the mist, en el lado estadounidense, donde también se ha erigido una torre de observación.

¡Embarcados en el Hornblower! Todos con impermeable rojo.

Pasando con el barco frente a la American Fall.

Y ahora nos acercamos a la gran Horseshoe Fall.

El rugido de la Horseshoe Fall es espectacular cuando te acercas.

El barco se mete prácticamente debajo de la catarata y te mojas bastante.

El Hornblower desafiando a los rápidos del Niágara.


Hay muchas otras actividades que se pueden hacer en Niagara Falls, como el Journey behind the falls, una especie de cueva por detrás de las cataratas; o el White water walk, un paseo de madera junto a los rápidos del río Niágara.

Eso por no hablar de las tirolinas, experiencias 3D, vuelos en helicóptero o la Skylon Tower, una torre desde la que se obtienen buenas panorámicas. Todas cuestan dinero, por supuesto, pero hay bonos que permiten visitar varias ahorrando algunos dólares.

A la derecha, la Skylon Tower. Se puede subir para observar las cataratas desde las alturas.


Nosotros no probamos ninguna más porque al ir con niños tampoco nos sobró demasiado tiempo después del barco, el funicular, comer y pasear tranquilamente parando en todos los miradores de las cataratas.

El punto más espectacular para observarlas, y también el más concurrido, es el que se encuentra justo donde la Horseshoe Fall se precipita al vacío. Prácticamente puedes tocar el agua estirando el brazo mientras escuchas el atronador rugido de la catarata.

Los miradores que hay en el lado canadiense son los mejores para observar las cataratas.

El Hornblower, frente a la American Fall.

Panorámica de la Horseshoe Fall, o catarata de la herradura, la más espectacular de las dos.

A la izquierda, el mirador sobre la Horseshoe Fall del lado estadounidense.

Un Maid of the mist llega a la base de la Horseshoe Fall.

En días soleados es muy fácil que la abundante bruma que sale de las cataratas dibuje preciosos arco iris.

Desde el lado canadiense prácticamente puedes tocar el agua del Niágara antes de precipitarse al vacío por la Horseshoe Fall.

VÍDEO: En el borde de la catarata Horseshoe Fall.

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