Sofía

Aterrizamos en Sofía sobre las cuatro de la tarde en un desapacible día de viento, frío y nieve. Para ir del aeropuerto al centro cogimos el autobús 84, que cuesta 1 leva (0,5 euros) y te deja en la universidad en unos 20 minutos. También se puede ir en minibuses privados que te dejan más cerca del centro y cuestan 3 euros. Los comerciales de estas empresas de transporte, todas con mostradores dentro de la terminal, siempre intentan vender billetes a los recién llegados.

Nos alojamos en el hotel Lion, bien situado en el bulevar Maria Luiza, una de las principales calles comerciales de la capital búlgara. La habitación doble con desayuno y wifi gratis nos salió por 40 euros a través de la web de booking. El hotel tiene una estación de metro en la puerta y también paran al lado un par de líneas de tranvía, aunque se puede ir caminando a casi todos los lugares. Los billetes de transporte público cuestan 1 leva (0,5 euros).


Bulevar Maria Luiza.


Afortunadamente, el temporal que nos recibió al llegar al aeropuerto desapareció al día siguiente y pudimos visitar Sofía con un sol radiante. Eso sí, fue prácticamente el único día que vimos el sol durante todo el viaje por tierras búlgaras.

El centro de Sofía es muy compacto y casi todos los lugares de interés se pueden visitar a pie, salvo alguna cosa (como diría Mariano). La catedral de Sveta Nedelya marca el corazón de la ciudad y se alza en medio de una plaza del mismo nombre. La catedral no es muy antigua, data del siglo XVIII, porque los anteriores templos que había en su lugar fueron destruidos por el paso de los siglos. El interior está decorado con murales de estilo bizantino.

A pocos pasos de la catedral se erige el Monumento a Sofía, una gran estatua de bronce de 24 metros de altura dedicada a la sabiduría (Sofía). Se levantó en 2001 en el mismo sitio donde estaba la estatua de Lenin en la época comunista. Desde aquí se divisa el enorme edificio del antiguo partido comunista, todo un icono de arquitectura soviética, emplazado al final de una amplia avenida escoltada por edificios gubernamentales. Uno de esos edificios es la Presidencia, sede del gobierno búlgaro donde cada hora se realiza un vistoso cambio de guardia tradicional.

El edificio de la Presidencia no se puede visitar, pero sí se puede acceder a una plazoleta interior donde se esconde la Sveti Georgi Rotunda, la construcción más antigua de Sofía. Es una basílica romana del siglo IV rodeada de ruinas de la época imperial. En su interior se pueden apreciar frescos bizantinos.


Catedral de Sveta Nedelya, bajo las cumbres nevadas.


Monumento a Sofía.


Antigua sede del partido comunista búlgaro.


Fotos de novia frente a la sede de la Presidencia.


Cambio de guardia en la Presidencia.


Basílica romana Sveti Georgi Rotunda.


Otra iglesia que puede pasar desapercibida es la diminuta Sveta Petka Samardjiiska, situada bajo un paso subterráneo frente al Monumento a Sofía. Se construyó en el siglo XIV y es una de las más antiguas de la ciudad. Muy cerca se levanta la mezquita de Banya Bashi, de la época otomana, reconocible desde lejos por su pintoresco minarete. Junto a la mezquita se encuentran los Baños Turcos, otro bonito edificio de principios del siglo XX.

Dando un corto paseo se llega hasta la iglesia de Aleksander Nevski, uno de los templos ortodoxos más grandes del mundo. Fue construida por los rusos a finales del siglo XIX para conmemorar la liberación de Bulgaria del yugo otomano. En un pequeño parque frente a la iglesia se monta un mercadillo de antigüedades donde, entre otras cosas, venden maltrechos recuerdos del comunismo. Un poco más lejos del centro, en los jardines de la universidad, resiste en pie un imponente memorial soviético dedicado al ejército rojo.


Mezquita de Banya Bashi.


La Mezquita de Banya Bashi, de cerca.


Baños Turcos.


Vieja publicidad de Chupa Chups en las calles de Sofía.


Calle del centro de Sofía.


Monumento al zar Aleksander II.


Las cumbres nevadas de las montañas Vitosha se divisan desde el centro de Sofía.


Iglesia de Aleksander Nevski.


Fachada posterior de Aleksander Nevski.


Escultura frente al mercadillo de antigüedades de Aleksander Nevski.


En las calles de Sofía quedan muchas garitas de vigilancia de la época comunista.


Río Perlovska.


Monumento al Ejército Rojo.


Detalle de un relieve del monumento al Ejército Rojo.


Los viejos tranvías de Sofía.


Céntrica calle de Sofía.


Sentada junto a sus pétreos compañeros.


Un tranvía avanza por la calle.


En Sofía hay muchas tiendas como esta en las calles. Hay que agacharse para comprar.


Torres de fábricas al fondo de la calle.


No podía faltar una peli sobre Stoichkov en un videoclub de Sofía.


Palacio Nacional de Cultura.


Cogiendo un taxi se puede llegar a Boyana, un acomodado barrio en la periferia de Sofía que se extiende sobre las faldas de las montañas Vitosha, con cumbres de más de 2.000 metros. El principal atractivo de este barrio es la iglesia de Boyana, una pequeña capilla del siglo XIII en cuyo interior conserva frescos originales de la época. También se puede visitar el Museo de Historia Nacional, que repasa la historia de Bulgaria desde la época tracia hasta el siglo XX. La entrada combinada para la iglesia y el museo cuesta 12 levas (6 euros) y se puede adquirir en cualquiera de los dos sitios. Un taxi desde el centro de Sofía a Boyana cuesta unas 8 levas (4 euros).


Taxi de Sofía.


Iglesia de Boyana.


Museo de Historia Nacional.


También merece la pena acercarse en taxi (2-3 euros) hasta el Museo del Ejército, en cuyos jardines se exhibe todo tipo de chatarra bélica, desde cazas soviéticos MIG a baterías de misiles Scud. La entrada cuesta 10 levas (5 euros).

Para comer en Sofía es muy recomendable el restaurante Manastirska Magernitsa, especializado en cocina tradicional búlgara (viene en la Lonely Planet). Es un poco caro para los estándares del país, pero por 20 euros por cabeza te puedes pegar un exquisito banquete con botella de vino incluida. Está cerca del bulevar Vitosha, importante vía peatonal (solo pasan tranvías) repleta de cafeterías y bares.


Estación de metro.


Aviones de guerra frente a las casas, en los exteriores del Museo del Ejército.


Menudos pepinillos carga este tanque.


Bulevar Vitosha.


Terraza en el bulevar Vitosha.


Asando carne en el restaurante Manastirska Magernitsa.

2 comentarios:

  1. tengo unas ganas locas de ir a Bulgaria , todo el que la vidita habla maravillas
    felicidades por la entrada
    queria comunicarte que hemos cambiado la pagina a www.volandovoyviajes.es. mucho mas moderna y funcional
    espero pases a ver que te parece y te rogariamos cambies el enlace que tienes por el nuevo
    gracias
    abrazos

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  2. Hola Bleid. Ya hemos actualizado el enlace a tu blog. Felicidades por el nuevo diseño. Un abrazo!

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