Cappadocia

Para ir a Cappadocia tuvimos problemas con el tío de una agencia de viajes de la plaza Taksim. El día antes de irnos le preguntamos por los billetes y nos dijo que los compráramos justo antes de partir porque no habría ningún problema. Al día siguiente, sobre las 8 de la tarde, fuimos con las mochilas a comprar los billetes para marcharnos a Cappadocia y, ¡sorpresa!, el tío nos dice que las plazas están agotadas y que deberíamos haberlas comprado el día anterior...

Pasamos de su cara y cogimos un taxi para ir a la gigantesca estación de autobuses (Otogar) que se encuentra a unos 10 km a las afueras de Estambul (a los turcos les mola construir las estaciones de autobús fuera de las ciudades).

Con el tráfico que había tardamos una hora en llegar y una vez allí comenzamos a preguntar en las miles de oficinas de las distintas compañías. Al final encontramos un autobús que salía en media hora y que nos llevaba a Gorëmë, en el corazón de la Cappadocia, aunque haciendo un transbordo en Kayserí. Aceptamos y nos fuimos para el centro de Anatolia pasando la noche en el autobús (el viaje son unas 13 horas).

Nuestra recomendación es que para ir de Estambul a Cappadocia lo mejor es ir a la Otogar y preguntar directamente en las compañías antes que hacerlo a través de una agencia en Estambul. Es más barato y no hay sorpresas. Los autobuses son cómodos y se duerme relativamente bien. Todos llevan un 'chaval-azafato' que reparte té y pastelitos gratis.

En la estación de Kayserí esperamos una hora para cambiar de autobús con mucho frío porque eran las 7 de la mañana y en el centro de Anatolia a principios de abril hace bastante rasca. Por fin montamos en el otro autobús y poco a poco vimos como el tiempo iba empeorando conforme nos acercábamos a Gorëmë hasta que empezó a nevar copiosamente. Al principio temimos que la nieve nos impidiera llegar a nuestro destino, pero no fue así y además pudimos disfrutar del increíble paisaje de Cappadocia teñido de blanco.

Los autobuses te dejan en una plaza del pueblo en la que hay una oficina de turismo, gestionada por los propios vecinos de la localidad. Calados de nieve entramos en ella y preguntamos por un hotel. Es muy sencillo encontrar habitación a buen precio, aunque seguro que en verano será más complicado. El propio encargado de la oficina llamó por teléfono al hotel para que nos vinieran a buscar en coche y nos llevaran hasta allí. La habitación doble nos costó unos 40 euros la noche y estaba en lo alto del pueblo con una panorámica magnífica de la villa nevada. Tenía baño y calefacción, estaba incrustada en la roca y las camas eran cómodas. Descansamos media hora, nos pusimos las capuchas y salimos a pasear por Gorëmë bajo la nieve.

Al cabo de unas horas dejó de nevar y vimos que poco a poco la nieve desaparecía de la carretera. Aprovechamos que el tráfico se restablecía para ir a la ciudad subterránea de Kaymakli. Todos los pueblos de Cappadocia están bien comunicados por autobuses, así que cogimos uno hasta Nevsehir (la ciudad más importante de la zona, a diez minutos de Gorëmë) y allí una furgoneta de linea hasta Kaymakli.

La entrada a la ciudad subterránea cuesta casi diez euros, pero vale la pena entrar, aunque no es apta para claustrofóbicos. Hay que ir agachado casi todo el recorrido y se descienden cuatro pisos por estrechos pasillos excavados en la roca. Cuando te encuentras con algún grupo de turistas apenas se cabe, pero en abril tampoco había demasiados y pudimos recorrer las galerías a nuestro aire.

De Kaymakli pillamos otra furgoneta hasta Nevsehir y allí el autobús que va hasta Gorëmë, aunque por el camino hicimos una parada en Uchisar. Allí comimos en un restaurante familiar excavado en la roca y visitamos el pueblo, uno de los más espectaculares de Cappadocia, con su inconfundible castillo edificado por la naturaleza en lo alto.

Para volver de Uchisar a Gorëmë decidimos ir andando los 2km que separan ambos pueblos. Hay montones de rutas para caminar por la zona y todas con un paisaje espectacular. El problema es que el terreno estaba impracticable por la nieve que había caído por la mañana y acabamos de barro hasta las cejas. Por la noche cenamos en un restaurante de Gorëmë con un vino de Cappadocia y nos fuimos a dormir. Después de una noche en el autobús, ¡se agradece una cama!

Al día siguiente aprovechamos para visitar pronto el Museo al Aire Libre de Gorëmë, previo pago de 10 euros. Es un conjunto de iglesias excavadas en la roca, la mayoría con frescos en sus techos en perfecto estado de conservación. Son pequeñas y hay que luchar contra los grupos de turistas para entrar en cada una (y eso que era abril), pero son realmente bonitas. Algunas datan de los siglos VIII y IX. El conjunto es precioso.

Al salir del museo paramos en la carretera a una furgoneta que accedió a llevarnos hasta Urgup por un par de euros. Es un pueblo más grande que Gorëmë, pero también cuenta con casas excavadas en la roca y un castillo, que se había derrumbado en parte hacía pocos meses.

De Urgup cogimos un autobús que nos llevó hasta Avanos el pueblo de los alfareros donde en cualquier rincón hay una tienda de cerámica. Aquí comimos una pizza turca (pide) deliciosa.

Para salir de Avanos cogimos un taxi porque queríamos visitar otro pueblo, Cavusin, que está a 3km de Gorëmë, y no teníamos tiempo para esperar una hora el autobús. El taxi nos costó 12 euros y nos dejó en la entrada del pueblo. Es menos turístico que sus vecinos y conserva el encanto rural de la zona. Desde aquí regresamos andando a Gorëmë por otra ruta senderista de paisaje espectacular.


Vista de Gorëmë nevado desde la terraza de nuestro hotel.


Quitando nieve con una pala.


Al fondo se distingue el minarete de una mezquita.


Un coche avanza entre la nieve.


Gorëmë aún es más espectacular con la nieve.


Y una vista de Gorëmë sin nieve.


Las casas se edifican aprovechando la roca.


De camino al Museo al Aire Libre de Gorëmë.


Museo al Aire Libre de Gorëmë.


Hay muchas iglesias excavadas en la roca en el museo.


Ricos frescos en el interior de una de estas iglesias.


La silueta del castillo de roca domina Uchisar.


Una callejuela de Uchisar.


En Uchisar es donde mejor se aprecian las curiosas formaciones rocosas de Cappadocia.


Vista de Uchisar.


Ruta entre Uchisar y Gorëmë.


El pueblo de Gorëmë se divisa en el valle al volver caminando desde Uchisar.


A estas rocas, cercanas a Urgup, les llaman La Familia.


Panorámica de Urgup.


Una calle de Urgup.


Otra panorámica de Urgup.


Charlando en una esquina de Urgup.


Callejuelas empedradas.


El pueblo de Avanos.


Las tiendas de cerámica están por todos lados en Avanos.


Maestro alfarero.


Cerámica de Avanos.


Niños encargados de un puesto de cerámica.


El pueblo de Cavusin protegido por una enorme montaña de roca.


Abuelos de Cavusin.


Ruta senderista entre Cavusin y Gorëmë.


Caminar por estos paisajes no tiene precio.


Camino de tierra hacia Gorëmë.

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