Copenhague

Copenhague es una ciudad muy agradable para pasear o alquilar una bicicleta. Cuenta con un casco antiguo lleno de calles peatonales, que hace honor al primer centro histórico que se peatonalizó en toda Europa. El castillo de Christianborg y la plaza del Ayuntamiento (Radhuspladsen) son los puntos emblemáticos del centro. Esta última vale la pena visitarla en diciembre, ya que su decoración navideña con un enorme abeto en el centro es digna de ver. Desde lo alto de la Torre del ayuntamiento hay una bella panorámica de la ciudad. Al norte del casco antiguo se pueden visitar varios parques y el Castillo de Rosengorg.

La plaza Kongens Nytorv se convierte en invierno en una pista de patinaje sobre hielo al aire libre, aprovechando que la temperatura ambiente en diciembre no supera los 0º grados. En esta plaza comienza el canal de Nyhavn rodeado de bonitas casitas de colores nórdicas en cuyos bajos se amontonan los bares y restaurantes.

Al otro lado del Sydhavnen, un canal del mar Báltico que se divide la ciudad, se encuentra el barrio de Christianhavn, con alguna bonita iglesia, y la famosa república independiente de Christiania. Era un antiguo complejo militar actualmente habitado por jóvenes okupas que han construido sus propias casitas, huertos, jardines y bares alrededor de unos canales. Aquí las drogas blandas están toleradas, aunque de vez en cuando la policía realiza un registro y se lleva a algún despistado detenido. Sin ir más lejos, durante nuestra estancia vimos una patrulla de unos diez o doce polis recorriendo el recinto. Por las noches se montan fiestas con música electrónica, timbales, juegos malabares... Las fotos están prohibidas en su interior.

Otro de los iconos de Copenhague es su Sirenita. Una pequeña estatua junto al Báltico que ha sido pintada, decapitada y grafiteada miles de veces, pero que sigue resistiendo el paso del tiempo. Para llegar hasta la Sirenita, algo apartada del centro, hay un agradable paseo que pasa por el Palacio de Amalienborg, un parque con lagos y la fortaleza del Kastellet.

Tampoco se puede dejar de visitar el Tivoli, el primer parque de atracciones del continente, que hoy en día mantiene antiguas atracciones. El parque está cerca de la estación central de trenes, desde dónde también salen los autobuses de Eurolines hacia Estocolmo.

Estos autobuses vienen desde Praga y los viajeros llevan ya más de 12 horas metidos en él cuando para en Copenhague. Muchos de ellos son familias de Europa del este, cuya documentación se examina con lupa en la frontera con Suecia (La UE todavía no se ha ampliado hacia el este). A nosotros también nos hicieron mostrar el pasaporte y nos hicieron alguna pregunta sobre nuestros orígenes.

Para llegar a Suecia hay que cruzar el puente Oresund que atraviesa el mar Báltico, apoyado en una isla artificial, para comunicar Dinamarca con Escandinavia. Al otro lado de este colosal puente se encuentra la ciudad de Malmo dónde destaca la silueta del rascacielos Turning Torso construido por el valenciano Santiago Calatrava.


La Plaza del Ayuntamiento.


Plaza Højbro, en el centro histórico de Copenhague.



El sol no acaba de salir ¡y son las 14.00 h. de la tarde!


Niños cantando villancicos en la calle.


La Sirenita, junto al Báltico.


El Castillo de Rosenborg.


Antiguo molino en medio de un parque.


Panorámica desde la torre del Ayuntamiento.


Otra vista de la ciudad.


Buena temperatura para patinar sobre hielo en la calle.


El canal de Nyhavn.


Barco con la bandera danesa en su casco.


Casitas de colores junto a los canales.


Entrada a la República de Christiania.


Lago en el interior de Christiania.


También hay caballos en Christiania.


La puerta principal del Tívoli.


Antiguo tiovivo en el Tívoli.

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