Chongqing

A Chongqing también llegamos en avión y al pisar el aeropuerto te acosan un montón de relaciones públicas de agencias de turismo para venderte cruceros por el Yangtsé, habitaciones de hotel o traslados al centro de la ciudad. Lo mejor es pasar de ellos porque fuera de la terminal hay un servicio de autobuses muy barato que te lleva a la ciudad.

Chongqing es inmenso y desde la estación de autobuses tuvimos que coger un taxi para que nos llevara al hotel que habíamos reservado también desde Chengdu, antes de viajar al Tíbet. Como en todas las ciudades de China los taxis son baratos y pocas veces cuestan más de 1 euro.

El hotel era el Yudu Hotel y fue el más caro que pisamos, 30 euros la doble, pero la relación calidad-precio no es mala. El hotel parece un cinco estrellas en una zona de calles peatonales en pleno centro de Chongqing. Nuestra habitación estaba en el piso 25 y las vistas de la ciudad eran espectaculares. En la última planta, la 40 creo recordar, había un restaurante giratorio donde se podía cenar o tomar un desayuno chino. Eso sí, en recepción no hablaba inglés ni el tato.

Chongqing es el motor económico del suroeste de China y como tal es una enorme masa de rascacielos bañada por el río Yangtsé. Las luces de neón y los taxis amarillos te transportan en algunos momentos a Nueva York, aunque el calor agobiante, sus callejones, mercadillos y la gente transportando fardos al hombro te recuerdan que estás en China. La ciudad está llena de cuestas así que preparaos para subir escaleras y bajar pendientes.

El teleférico que cruza el Yangtsé y que cuesta 50 céntimos es uno de sus grandes atractivos. Está un poco hecho polvo, pero cada día cruza el río cientos de veces, así que debe de ser seguro. Atraviesas bloques de edificios y tienes una panorámica del río inmejorable.

En la otra orilla se puede seguir la ribera del río hacia la derecha durante un par de kilómetros y se llega a una zona moderna repleta de restaurantes, discotecas y bares. Es la zona de moda de Chongqing y un buen sitio para cenar, con vistas de la ciudad iluminada al otro lado del Yangtsé. La comida, excesivamente picante, es muy barata en esta ciudad.

Los mercados de Chongqing que se esconden en callejones cercanos al río también merecen una visita. Pollos, pescado, fruta y todo tipo de productos se aglomeran entre la gente. Cuando te acercas al río aparecen de nuevo los tíos de las agencias de viajes para venderte cruceros por el Yangtsé porque desde aquí parten muchos barcos hacia la presa de las tres gargantas. No cogimos uno porque duran tres días y nuestro tiempo en China era escaso. Al día siguiente fuimos para el aeropuerto para coger un vuelo a Guilin.


Rascacielos en Chongqing.


Los taxis amarillos y el neón recuerdan a Nueva York.


Porteador cruzando la calle.


Muchos callejones esconden mercadillos.


Otro mercado callejero.


El teleférico que cruza el Yangtsé.


El Yangtsé cruza Chongqing.


El skyline de Chongqing desde la otra orilla del Yangtsé.


Barcos amarrados en el río.


El skyline por la noche.


Mucho neón por la noche.


Las calles del centro están muy animadas por la noche.

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